Posted by : Unknown
lunes, 27 de julio de 2015
Capítulo
Final: el gran juicio
El estruendo de las armas chocando llena la
habitación incontables veces, como si fuera una interminable tormenta lanzando
truenos sin cesar. Es tan así que el sonido se había quedado grabado en los
odios de Nila, encontrando raro cuando hacían una pausa en medio del combate.
Un sin número de ataques habían sido
realizados por los guerreros, y numerosas veces los dos habían escapado de la
muerte. Sin embargo ella cada vez parecía tenerlos más cerca, como si cada vez
que fallara sus garras se acercaran un poco más.
El combate entre ellos, Elio y Robert, ya
había durado más de una hora sin cesar, no quedaba mucho tiempo para que el
pilar de control celestial se activara. Había sido el combate más largo de
todos, y aun así los dos seguían luchando. Era sencillamente sorprendente.
Sin embargo los estragos eran más que
notables a simple vista. Sus armaduras están rotas y agrietadas, arruinadas sin
reparación, a pesar de ser de la más alta calidad. Por todo su cuerpo se pueden
ver heridas, en sus brazos, piernas, en el pecho, los costados, incluso en el
rostro. Un hilo de sangre baja de la ceja de Robert, siendo una molestia pero
él lo ignora mostrando perfecta concentración. Del otro lado, del labio de Elio
se ve también un pequeño hilo de sangre, resultado de un golpe que recibió poco
atrás.
Ambos guerreros se curan lentamente gracias
a su magia, pero conforme más se prolonga el combate más cansados están, y más
lenta es la recuperación.
La mirada de los dos se cruza, viéndose con
ferviente determinación por solo una fracción de segundo antes de que sus armas
choquen, produciendo otro furioso estruendo.
Cualquiera que lo viera pensaría que se
trata de un combate interminable, seguirían luchando por horas y hasta días sin
que haya un ganador, tanta era la resolución de los dos. Sin embargo tal cosa
no podía ser, sin lugar a dudas uno de los dos vencería, y si se tuviera que
adivinar con verlos cualquiera diría que ese sería Elio.
Una vez que las armas chocan ambos son
impulsados hacia atrás, creando distancia entre ellos. De nuevos sus ojos se
encuentran mientras que sienten a sus manos tomar sus armas con toda su fuerza.
Elio es más fuerte, pero existe otra ventaja, una demasiado injusta. La espada
gigante que porta es un artefacto del Hurasu, uno creado por él mismo, un
antiguo dios, que además tiene una funda de metal con hechizos sumamente poderosos
grabados en ella, y las almas de cuatro bestias legendarias con poderes sobre
la muerte.
Por ponerlo simple, el gran hacha de Robert
se estaba viendo arruinada tras tantos ataques. El filo se había doblado
ligeramente y la cabeza deformado. Hasta ahora el arma resiste, pero no se sabe
por cuánto tiempo más. De todas formas, aun si milagrosamente pudiera soportar
otra hora, en cuanto el pilar de control celestial se active todo acabaría.
La misión de Robert es muy difícil, lucha
contra el enemigo más poderoso, con el arma peligrosa, y contra el reloj. Y aun
con todo eso, su corazón late lleno de emoción, al mismo tiempo que sus labios
forman una entusiasmada sonrisa.
No caben dudas de que se trata de un
espléndido soldado. Aun si es una buena persona que no obtiene placer en matar
a otros, el calor de la batalla lo llena de vida, con orgullo.
Aunque el cuarto está lleno de ruido, de
sus labios no se escucha nada. Muy rápido se dieron cuenta que discutir con el
otro era una pérdida de tiempo, sus mentes eran incluso más duras que el propio
acero, reusándose a cambiar. Tan solo sus gemidos con valor o dolor y su
respiración suenan de ellos, dejando que sean sus armas las que hablen en su
lugar.
Sin dudarlo ellos corren él uno al otro,
blandiendo sus armas con toda su fuerza junto con gritos llenos de valor.
“clank, clank, clank.” En apenas segundos las armas chocan numerosas veces, tan
rápido que era difícil seguirlas con la vista. Cada golpe con la fuerza de
cientos de hombres, algo más allá de lo humano.
Hasta que finalmente Elio le propicia una
patada a Robert, haciéndolo volar contra un muro. El golpe es doloroso, pero al
instante Robert tiene que reaccionar cubriéndose con su hacha para bloquear un
corte mágico. Se siente como ser embestido por una furiosa bestia. Sus brazos
dolían como si en cualquier momento fueran a caerse a pedazos, sin embargo él
nunca deja de mostrar emoción.
Nila se mantiene en silencio, solo actuando
como una espectadora, pero por dentro era todo un manojo de nervios, su corazón
late lleno de ansiedad pensando en lo que pasaría con Robert. En su mente ella
se prepara para intervenir de ser necesario.
Robert rápidamente rueda para esquivar otro
ataque de Elio, luego se pone de pie y apunta su maltratada hacha hacia él.
Esta tan cansado parece imposible pueda moverse, pero por dentro su corazón
arde. Su orgullo y honor le impiden rendirse, aun si es un combate inútil.
Elio entonces bufa con disgusto, junto
antes de prepararse para embestirlo. Y es en ese momento que hago acto de
presencia.
A mitad de camino lanzas ilusorias crecen
del suelo, todas apuntando hacia Elio quien de inmediato salta a un lado para
evitarlas. Comparado con la agilidad de Kiel era como ver a una tortuga
moverse, pero en realidad fue una reacción instantánea.
Luego tanto Elio como Robert voltean la
cabeza hacia mí, el primero mirándome con ojos que rebosan de disgusto, el
segundo con preocupación. Yo simplemente tomo mi lanza con fuerza y camino
lentamente, casi con arrogancia.
Cierro los ojos un segundo. Mis labios
murmuran algo en silencio, cuyo efecto pronto se hace visible. Una tenue luz
dorada cubre a Robert curando sus heridas y aliviando su dolor. Volteo a
mirarlo solo por un instante, para asegurarme de que se encuentra bien, antes
de fijar la vista en mi nuevo enemigo, el jefe de todos, el dios al que tengo
que vencer.
Hago girar mi lanza un par de veces antes
de apuntar hacia él con indomable valor.
— ¡Mi lady! ¿Qué está haciendo? ¡Apártese,
él es demasiado peligroso!— se quejó Robert de inmediato. La verdad nunca dude
que lo haría, pero no me muevo ni un milímetro.
—Sí, lo sé. Pero tú estás herido y cansado,
Robert— de mis labios salen palabras con tanta autoridad y fuerza que yo misma
me sorprendo. La mirada en mis ojos es tan afilada como mi propia lanza, sino
es que incluso más.
—Por eso te ordeno que te quedes atrás. Has
peleado bien Robert, y te estoy muy agradecida, pero es momento de que tome tu
lugar— luego añadí sin despegar la mirada de Elio, quien observa lo que ocurre
con una mueca de repulsión.
—Pero mi lady…— Robert esta sencillamente
incrédulo, no lo culpo. —él es demasiado
peligroso, y usted también se ve cansada.
Dijo cansada para hacerlo sonar bien, pero
la verdad es que estaba hecho un desastre. Es lo normal después de luchar
contra Kiel.
—Tu estas peor que yo, y aun puedo contra
un enemigo más— dije al mismo tiempo que refuerzo mi postura, diciendo con el
gesto que estaba lista para luchar.
—Además, Robert— luego añadí
misteriosamente. Mi corazón late emocionado, ansioso por lo que estaba por
decir. —Yo soy más fuerte que tú. Dudaba de mi misma, pero ya no más. Me has
ayudado incontables veces y creo que… No; quiero ayudarte también.
Casi puedo imaginar la mirada que debe
tener en estos momentos, con los ojos abiertos por completo y la cara pálida,
rebosando con incredulidad. Solo para después sonreír lleno de gusto.
—Siento que ha crecido mi lady— entonces
dijo Robert a mis espaldas sonando lleno de orgullo. Me corazón se detiene un
instante al escucharlo. Tengo deseos de darle las gracias, pero mi orgullo me
impide hacerlo. En su lugar solo miro al frente ignorando el comentario.
Él entonces suspira resignándose. —Bien, si
esa es una orden, yo no puedo desobedecerla.
Hago una pequeña exclamación de orgullo
cuando lo escucho decir eso. Por otro lado Elio parecía no poder estar más
perturbado.
—Así que, uno de mis subordinados resulto
ser un completo inútil— dijo él rechinando los dientes con furia. Extrañamente
escucharlo no me hace nada de gusto.
Me muerdo los labios antes de hablar. —Yo
no diría eso. Comparado con Kiel tú no eres nada aterrador. Si no fuera por la
casualidad de que eres un dios, ni siquiera te daría tanta importancia.
Mi corazón se encoje cuando me escucho
hablar. Parecía halagaba al mismo asesino que antes despreciaba desde el fondo
de mi corazón, pero sería mentira decir que no pensaba así.
Elio gruñe como una bestia. — ¡Maldita
hereje! ¡Te enseñare lo que es el poder de los cielos y el juicio!
Apenas termina de hablar noto como su
espada empieza a brillar con un intenso color rojo, parecido a que una
brillante niebla sangrienta lo estuviera cubriendo. Aquella inmensa
concentración de mana me deja pasmada, mi corazón se detiene una fracción de segundo
sabiendo que era algo sumamente peligroso.
— ¡Cuidado! ¡Está usando la magia para
invocar la muerte!— grito repentinamente Nila, reconociendo ese poder de
inmediato.
Mi alma se cubre de hielo de solo pensarlo,
pero pronto sacudo esa impresión. Respiro profundo llenando mis pulmones con
aire y mi corazón con valor.
— ¡No puedes dejar que te toque, o
morirás!— me alerto Nila. Algo que era mucho más difícil de hacer de lo que
sonaba. Siento un escalofrió de solo imaginarlo, pero pronto el deseo de vivir
vuelve a llenar mi alma.
Pensaba que era imposible usara el poder de
la muerte sin desenfundar la espada. Viéndolo con más atención, estaba en lo
correcto, no debería de ser posible. Es simplemente que Elio está forzando
tanto a su arma, cargándola con todo el mana que puede, que su poder se filtra
al exterior, algo que es peligroso para los dos, no solo para mí.
Resoplo antes de girar mi lanza,
invitándolo a atacarme. Ya es demasiado tarde para retractarse. En silencio
solo siento como Robert me mira lleno de preocupación, pero sé que puedo
hacerlo.
— ¡Muere Hereje de los Sapphire! ¡Sufre el
juicio de los cielos!— rugió Elio al momento que embiste hacia mí con
monstruosa fuerza, como si fuera una avalancha. Con la espada cubierta de rojo
avanzando frente a él.
Sin pensarlo dos veces salto a un lado para
salirme del camino, luego observo sorprendida como rápido cambia de dirección,
persiguiéndome. Tiene una fuerza muy superior, pero después de ver la agilidad
de Kiel, me parece lento. Tengo que aprovechar eso a mi favor.
Elio blande su monstruosa espada frente a
mí, cortando el aire y dejando una pequeña estela roja en su camino. “¡Wush!”
La escucho al avanzar. Si recibo el impacto mi escudo se romperá o incluso
podría morir, y si lo bloqueo mi lanza será quien “muera,” rompiéndose en
pedazos.
Eso solo me deja una opción…
“¡Clank!” repentinamente el estruendo
metálico del choque del metal se escucha, tal y como lo había hecho cientos de
veces antes. Sin embargo algo cambia, todas las miradas se posan en mi con
incredulidad, especialmente la de Elio cuyo pálido rostro me decía no podía
creerlo.
Frente a sus ojos no una sino cinco lanzas
habían bloqueado su ataque, todas lanzas ilusorias que salieron de la nada, con
una coloración transparente como si fueran de delgado cristal. Imitando el
mismo movimiento que mí lanza real, solo que apenas unos milímetros delante de
ella, de tal forma que parece estoy bloqueando al aire.
En ese momento una pequeña sonrisa aparece
en mi rostro, mostrando orgullo. Su arma puede invocar la muerte, por eso es
tan peligrosa. Pero ¿Qué es la muerte para una ilusión? Absolutamente nada, son
algo ajeno a ello. Mientras que la lanza que está en mis manos exista, las
ilusiones que son proyecciones de ella existen. Su realidad es distinta de la
muerte, por lo tanto no tienen por qué temerle.
— ¡Maldita desgraciada!— grito furioso
Elio, desgarrándose la garganta, al mismo tiempo que blande su espada más
veces, sin ninguna piedad.
Clank, clank, clank. El resultado es el
mismo, uso mi lanza para defenderme de sus monstruosos ataques, sin que
nuestras armas nunca realmente se tocaran.
Entonces inesperadamente mis labios
murmuran algo, y un destello de luz cegadora aparece, conmigo en el centro de
él. Era la misma técnica que había usado tantas veces contra Kiel. Elio reacciona
retrocediendo de un salto, pero es lento y puedo notar como resulta herido.
Cuando lo veo a los ojos no se ve bien.
Solo le respondo con una mirada que refleja coraje y confianza. Respiro agitada
tras tan solo un encuentro. Aun no me había recuperado por completo de la lucha
contra Kiel, y además, aunque puedo evitar a la muerte hay algo de lo que no
puedo escapar, la fuerza de Elio. Me era muy difícil y cansado bloquear sus
ataques, pero aun puedo luchar, un poco más. Quiero dejarlo lo más débil
posible para que Nila lo acabe después.
— ¡AHHH!— gritando con todo su espíritu Elio
salta hacia mí, tomando la espada roja con ambas manos para poner toda su
fuerza, que superaba enormemente la mía.
De
inmediato clavo la punta de mi lanza en el suelo, haciendo a varias lanzas
ilusorias crecer del él para formar una barrera. Fue inútil, Elio las rompe
todas al blandir su arma, tan fácil como si cortara el aire. Continúa su
avance, como si fuera una invencible fuerza la naturaleza. Yo refuerzo mi
postura y mis brazos con mana, preparándome para recibirlo.
“¡Clank!” esta vez el choque fue tan fuerte
que se produce una explosión. Soy empujada al aire, volando hacia atrás, sin
embargo rápidamente logro recuperar el equilibrio y caer de pie. A diferencia
de mí, Elio no se había movido ni un centímetro. Su fortaleza era algo
sumamente envidiable.
Los ojos de Elio me miran con profundo
odio, como dagas. Para este momento me queda claro cuan diferente es de Kiel,
no solo en su estilo de combate sino por sobretodo en su forma de ser.
“¿Se divirtieron?” recuerdo su pregunta
mientras que respiro profundo, sintiendo a mis brazos doler como si hubieran
sido martillados sin piedad.
Kiel era un alma retorcida hasta lo más
profundo, pero al menos él a su manera se estaba divirtiendo. Estaba loco, pero
tenía algo más que Elio de quien lo único que encuentro es amargura. Elio no
parece estarse divirtiendo en lo más mínimo, en ese sentido, al menos a
diferencia de Kiel por quien sentía odio, por él solo siento lastima.
De inmediato Elio vuelve a cargar hacia mí,
con incluso más poder. Su cuerpo se cubre por un aura roja mientras que avanza
siendo una fuerza imparable. Ni siquiera intento enfrentarlo esta vez, solo
salto hacia a un lado girando en el suelo por un instante.
Elio no puede cambiar de dirección y
termina chocando con uno de los muros, haciendo a toda la iglesia y sus ídolos
temblar. Mi corazón también tiembla en ese momento. Contengo el aliento a la
expectativa de lo que seguiría, y repentinamente abro los ojos con sorpresa. De
inmediato él salta apoyándose contra el maltratado muro, avanzando hacia mí en
el aire, y tomando su espada con las dos manos para un imponente golpe que
haría a toda la tierra temblar.
Reacciono al instante clavando mi lanza en
el suelo para hacer crecer numerosas lanzas ilusorias. Todas ellas se rompen en
un parpadeo, junto con mi escudo protector. Abro los ojos por completo, con mi
cara pálida llena de sorpresa, cuando escucho el sonido de cristal rompiéndose.
Toda mi alma se estremece ante ese sonido. Mi corazón se convierte en plomo.
Elio realizo un ataque tan fuerte que rompe
todas mis defensas. Me quedo congelada de solo pensarlo, incapaz de aceptarlo.
No sé si Robert gritó algo, todo para mí en ese momento, después de escuchar el
cristal, se hace completo silencio. Los sonidos se callan con excepción del de
mi corazón, y los colores se vuelven grises con excepción de aura rojo sangre
que cubre a la espada de Elio, lista para acabar con mi vida.
Con crueldad él sonríe al mismo tiempo que
blande su espada nuevamente. No hacía falta que pudiera invocar la muerte, un
golpe con esa fuerza sería suficiente para partirme en dos.
El tiempo mismo se ralentiza en ese
momento, permitiéndome apreciar cada detalle de como la muerte se acerca hacia
mí. Mi mente esta en blanco, mis manos permanecen inmovibles sin saber qué
hacer. Sería mi fin, pero justo al último tiempo el milagro ocurre.
Inesperadamente el estruendo de la espada
chocando contra algo sólido alcanza mis oídos, como si un muro de hierro
hubiera aparecido justo frente a mí, deteniendo a la espada.
Atónita vuelvo en si para descubrir lo
último que hubiera esperado, la barrera de espinas de Lev me protege salvándome
la vida. Luego escucho tenuemente el sonido de una gota tocando el suelo. Las
manos de Elio están sangrando, es el efecto de las espinas.
— ¡Lady Aihzara!— grito Leith al mismo
tiempo que se lanza contra Elio, blandiendo su espada con gran orgullo y
seguridad. Al moverse la veo dejar una fina estela de luz, un hermoso corte
mágico.
Elio de inmediato salta hacia atrás para
alejarse de nosotros dos, y luego adopta una postura de combate. — ¡Desgraciada
seas Levina! ¿Cómo te atreves a traicionarme?
En su voz no hay más que ferviente odio. Con
curiosidad volteo hacia la entrada encontrando a Lev ahí, con una fría mirada
en sus ojos, sin embargo ahora hay algo más en ellos. Ella se ve llena de
decisión, como si finalmente luchara por algo que realmente desea. Los mismos
ojos que yo tenía en mi combate contra Kiel.
Al instante reconozco que no está aquí como
una enemiga sino como aliada. Muy bien, toda la ayuda que podamos conseguir
será bien recibida.
— ¡Alguien como tú no tiene el derecho de
juzgarla a ella!— Dijo Leith lleno de orgullo al mismo tiempo que corre hacia
Elio.
En un parpadeo las espadas se enfrentan
produciendo un gran estruendo. Mi corazón se encoje cuando veo como la espada
de Leith, pequeña en comparación a la de Elio, resiste el choque y repele a la
maldición con incomprensible facilidad. Hasta al mismo Elio le tiemblan las
manos con esa imagen. Era simplemente imposible de creer.
Leith sonríe, dejando que Elio aprecie su
sonrisa por un instante antes de realizar incontables ataques, más de los que
mis ojos podían seguir. Era casi tan rápido como Kiel, apenas un poco por
debajo de él, lo cual era decir mucho.
Elio a duras penas se resiste blandiendo su
arma y reforzando su armadura. Sin embargo ambas resultan ineficaces. La espada
que debería invocar la destrucción y la muerte es repelida casi sin dificultad
alguna, mientras que su gruesa armadura era cortada tan fácil como papel.
— ¡Bastardo! ¡Cómo puedes resistirte al
Juicio de la muerte!— grito Elio furioso al mismo tiempo que golpea el suelo,
creando una explosión de niebla roja que fuerza a Leith a retroceder.
En tan solo unos segundos le había causado
numerosas heridas. Lo miro con fascinación reflejándose en mis ojos rosa, conteniendo
el aliento. Yo también me preguntaba como lo había logrado, aunque la respuesta
debería ser evidente a simple vista.
Leith simplemente sonríe. —Porque yo tengo
la mejor espada— dijo rebosando de orgullo, o mejor ducho arrogancia, al mismo
tiempo que la enfunda, preparándose para hacer un ataque con todas sus fuerzas.
Sus palabras guían mi mirada a su arma. Su
presencia se había vuelto infinitamente más pesada. Ahora lo entiendo, la
espada de Leith se convirtió en un arma legendaria, un tipo de espíritu como
ningún otro, cuya existencia tiene como propósito únicamente servir a su amo,
de la forma más ideal que pueda haber.
Las armas legendarias son tesoros tan
especiales que ni siquiera los artefactos del Hurasu se les pueden comparar, ni
siquiera la espada de Elio puede cuásar la muerte en un espíritu tan poderoso,
tan majestuoso.
Los dos se preparan para volver a enfrentarse,
pero es en ese momento que inesperadamente una flecha, o mejor dicho un
relámpago vuelan velozmente hacia Elio, quien apenas y pudo reaccionar cubriéndose
con su espada.
—Espero que no hayamos llegado tarde—
bromeo Istar al mismo tiempo que se arregla su sombrero, en un juguetón gesto.
Junto a él se encuentran Ave y Lev, la
primera tomando su arco con fuerza mientras que alista una segunda flecha. Las
dos se ven listas para iniciar el combate en cualquier momento.
Elio gruñe con angustia como si se tratara
de una bestia. Él no podía estar más furioso, yo por el contrario suspiro con
alivio sabiendo que todos estaban bien. Todos habíamos ganado nuestros
combates, ahora solo quedaba acabar con él líder y terminar con esto.
—Hermano—
repentinamente interrumpió Nila, quien hasta entonces había permanecido ajena
al combate. —Ya cuatro de los pilares han sido desactivados. Todos tus
subordinados han sido eliminados.
Ella entonces sacude la cabeza antes de
lentamente caminar hacia él. —Ríndete Azani, estas solo. Ya no puedes ganar…
La forma en que dice esas palabras parece
que esta triste. No me es difícil imaginar porque. Ella ha luchado tanto para
detenerlo, es quien más se ha esforzado, sin embargo no deja de ser su hermano,
alguien con quien creció, que debió de amar siendo su familia aun si se
retorció en el camino. Debe de ser muy duro para ella verlo derrotado por su
propia mano, pero así tiene que ser, no podemos permitir que el juicio ocurra.
El rostro de Elio se oscurece en ese
momento. Él torpemente clava su espada en el suelo produciendo un golpe
metálico que alcanza mis oídos. Se ve vencido, pero algo me dice que no se
rendiría tan fácil, es imposible, una persona tan obstinada y de mente tan
cerrada como es él luchara hasta el final.
— ¿Azani?— pronuncio Nila confundida al ver
a Elio permanecer inmóvil por largos segundos, como si se hubiera convertido en
una estatua.
Todos miramos lo que ocurre a la
expectativa, preparados para intervenir de ser necesario.
— ¿No puedo ganar…?— murmuro Elio con
ironía antes de comenzar a reírse ruidosamente con locura. Parecía que había
perdido por completo la razón.
— ¡Claro que puedo ganar! ¡El juicio es
inevitable! ¡Tan solo tengo que esperar a que se active el ultimo pilar y todos
ustedes mueran! ¡Después, el día de mañana los volveré a activar y ahora nadie
podrá detenerme!— sus risas llenan todo el cuarto, haciendo eco sobre las
paredes, siendo escuchadas hasta por las imágenes de su propia madre, su
hermano y las suyas propia.
—Azani…— murmuro Nila con fragilidad
sabiendo que era inevitable.
Sin pensarlo dos veces Ave, Istar y Lev
disparan cada uno un poderoso ataque, luz, oscuridad y niebla vuelan hacia
Elio, pero resultan inútiles. Antes de siquiera tocarlo los ataques son
detenidos por una barrera de mana, con un inmenso poder que parecía infinito.
Elio entonces se cubre de luz, y luego seis
alas de luz aparecen a su espalda, las cuales rápidamente se van materializando
convirtiéndose en alas reales.
El increíble poder que libera en ese
momento era algo más allá de mi imaginación, una fuerza que superaba a lo
humano en todo. Frente a mis ojos contemplo por tercera vez la aparición de un
dios, cuya sola presencia hace temblar a mi alma tal y como si fuera la
primera.
— ¡Manténganse atrás! ¡Solo protejan el
pilar!— dijo Nila con preocupación, dándonos una última orden antes de que ella
también se cubra de luz, transformándose en un dios.
Recuerdo que nos había hablado de eso
antes. Esa era su forma de ángel, aunque no se parece en nada a los ángeles de
los que hablaban los cuentos.
En un abrir y cerrar de ojos, dos
incomprensibles creaturas aladas se alzan sobre de nosotros. Tienen seis alas
blancas cada uno, como las de un pájaro; pero todo el parecido con los hermosos
ángeles de las estatuas acaba ahí. Sus brazos son largos y delgados, con una
coloración pálida, cubiertos por pequeñas plumas y con afiladas garras al final
de sus dedos, como las de un águila. Sus piernas son parecidas, largas y
cubiertas de plumas, pero sus pies solo tienen tres dedos, con mayor similitud
a los de un pájaro que un humano.
Sus cabezas son redondas como las de un
hombre, sin embargo en su rostro puedo ver una gran boca llena de afilados
dientes, como dagas. Cada uno tiene seis ojos, en simetría con sus alas, con un
penetrante color dorado, igual al sol, y la pupila de una bestia. No tienen
nariz, se trata de un rostro plano que se siente anti-natural. Tampoco tienen
cabello, en su lugar hay plumas azules y doradas como si fueran una especie de
corona.
Sin embargo el elemento que más resalta de
todos no es su apariencia sino su incalculable poder. Los dos dioses, son tan
poderosos que crean un cielo dentro de cuarto, para poder luchar en la altura
sobre nuestras cabezas. La solo imagen me roba el aliento, sintiendo como mi
corazón se desmorona como un castillo de arena de la impresión.
Una magia de ese nivel, crear un pequeño
cielo que se alzaba por cientos de metros, con su pintura azul, nubes, e
incluso luz del sol irradiando de él, no puede ser clasificado de otra forma
que un milagro. Magia milagrosa, aquella llamada así porque esta fuera del
alcance de los humanos, solo posible para los dioses.
Pronto los dos empiezan a luchar, usando
todo tipo de fuerzas de la naturaleza. Veo a uno de ellos lanzar un monstruoso
rayo, cuyo estruendo retumba en mis oídos. El otro responde cubriéndose con un
tornado, que luego se dispersa convirtiéndose en afiladas ráfagas de viento.
Para protegerse el primero crea una barrera de nubes delante de él, de la que
luego se dispara toda una cadena de rayos, más ruidosos que cualquiera que
hubiera escuchado antes.
Tanto y tanto poder. Si Nila nos hubiera
ayudado en la guerra, hubiéramos obtenido la victoria en solo un parpadeo. Los orgullosos
muros de Maikos hubieran sido derribados con desgarradora facilidad, quebrando
el espíritu de todo el ejército con esa imagen.
El cielo se ilumina por ráfagas de luz. En
mis oídos retumban todos los sorprendentes ataques. Tengo la mirada fija en el
cielo, incapaz de apartarla, contemplando con asombro como los dos monstruos
intentan destruirse. Solo soy capaz de diferenciarlos por la espada roja, ahora
desenfundada para revelar su verdadero poder. Quien la porta es Elio, quien
huye de ella es Nila.
—Luz, rayos, agua, viento…— murmuran mis
labios sin que tenga conciencia de ello, enlistando los elementos de la
naturaleza que veía ser usados por los dioses.
Aun con mi alma llena de sorpresa no dejaba
de ser una maga, sintiendo una insaciable curiosidad por comprender algo que
estaba más allá de lo humano. Siendo hijos del cielo era natural que sus
poderes estuvieran relacionados a fenómenos del cielo, como las nubes y los
rayos. Pero también, al parecer podían usar luz del sol, la luna e incluso
estrellas como armas.
Básicamente cualquier cosa que exista
arriba de nuestras cabezas, que se sienta incansable, la podían blandir los
dioses, siendo un cielo más en el sentido “figurado” que la capa de gas que es
en la realidad.
Elio ruge con furia al mismo tiempo que
blande la espada de muerte con ambas manos. Al retirar la funda el aura de mana
rojo sangre se vuelve más densa, formando la imagen de una espada más grande,
como si hubiera crecido.
Nila bate sus alas y escapa, produciendo un
viento huracanado en su camino. Ahora veo como uno de los dioses persigue al
otro, como un cazador y su presa. Sin embargo poco dura la escena, Nila
encuentra una ventana para atacar a Elio disparando lo que parecía una lluvia
de estrellas, tan hermosa e imponente que dejaría a la mía en vergüenza. Aun
así, no se reflejan envidia en mis ojos, solo estoy maravillada, agradecida
incluso por poder contemplar tan majestuoso ataque.
Trago saliva sintiendo a mi corazón latir
con ansiedad. Por un momento la irrazonable idea de intervenir pasa por mi
mente. Sería fácil para mí, o los demás, disparar un misil mágico contra Elio. Quizás
no sería muy efectivo pero podría distraerlo…
Sacudo la cabeza olvidándolo al instante.
No, es un error pensarlo, un solo ataque con ese poder podría ser suficiente
para matarnos a todos. Lo único que podemos hacer es observar a la distancia, y
de ser necesario cuidar el pilar como lo ordeno Nila.
Fuera del tormentoso combate no se escucha
ningún otro sonido. Los seis estamos en completo silencio, todos con la cabeza
arriba admirando la lucha en el cielo. Elio blande su espada lanzando lo que
parece una luna creciente de sangre, la blande muchas veces más disparando
lunas mortales hacia Nila quien las esquiva moviéndose ágilmente, al mismo
tiempo que se cubre con una barrera de nubes.
Las nubes se oscurecen de inmediato y
disparan una cadena de rayos contra su atacante, quien se cubre con sus alas
produciendo una impenetrable esfera de viento negro. Luego Elio ruge al mismo
tiempo que bate sus alas produciendo una poderosa ventisca.
Él está más concentrado en la ofensiva,
permitiéndose incluso recibir algunos golpes con tal de no detener sus ataques.
Nila en cambio se concentra en la defensa, queriendo sobrevivir, poniendo
especial cuidado en evitar la espada sangrienta que blande. Nadie conocía mejor
que ella lo aterradora que podía ser, ya que había sido asesinada por esa misma
arma antes.
Siento una gran intranquilidad con cada
movimiento que realizan pensando que podría ser el último. Sin darme cuenta
llevo una mano a mi corazón, formando un puño. Pero hay algo que debo confesar,
por más peligrosa que sea la situación una parte de mí la estaba disfrutando, a
este espectáculo divino que nunca más volvería a ver.
No sé quién ganaría, deseaba que fuera
Nila, que en siguiente segundo acabara con él. Pero al mismo tiempo en mi
corazón existía el deseo de que el combate fuera más largo, que fuera eterno,
para poder contemplarlo por siempre, sin perder aquella sensación de asombro
que me llenaba.
Nila crea un viento huracanado del cual
solo nos llega una pequeña briza. Elio es empujado hacia atrás pero entonces
dispara intensos rayos de luz, como los del sol, pero con tanta fuerza que
podrían convertir a un ejército entero en ceniza al instante. Ella entonces
vuela ágilmente al mismo tiempo que se cubre con una esfera de viento, evitando
ser cubierta por la luz lo más posible. Poco después Elio blande la espada
roja, tomándola con ambas manos y usando toda su fuerza. Dispara un rio de mana
color rojo, un rio de sangre que carga el poder de la muerte.
Nila lo esquiva usando su inhumana
agilidad, por momentos ambos parecían moverse a una velocidad incluso superior
a la de Kiel, mucho más rápido de la que mis ojos podían seguir. Ella entonces
contrataca lanzando una brillante luz plateada, luz de luna, que perfora todo
en su camino como una imparable lanza.
Elio bloquea la luz golpeándola con su
espada roja, produciendo un furioso estruendo junto con una ráfaga de luz
blanca, como si se hubiera tratado de un rayo. Luego él blande sus alas
disparando seis relámpagos hacia Nila, quien hábilmente los esquiva todos.
Contengo el aliento de la emoción, hasta
que mi cuerpo me recuerda que necesito respirar. Simplemente no tengo palabras,
mi mente esta en blanco. Los dioses del cielo pelean, con tanto poder que el
azul arriba de nosotros parecía podría romperse en pedazos en cualquier
momento.
Pierdo completamente la noción del tiempo, me
olvido si habían pasado solo segundos o incluso horas, para mi es igual. Toda
mi atención está en ellos, quienes incansablemente siguen luchando, cada uno de
sus ataques con más poder del que un humano podría aspirar a tener.
Pensé duraría por siempre, sin embargo de
un momento a otro noto que algo diferente. Los ataques de Elio se hacen menos
frecuentes, y reducen su intensidad. Parpadeo confundida por un segundo,
mientras que en mis ojos se refleja un destello de luz. La respuesta llega por
sí sola, era obvio, Elio estaba cansado por luchar en su forma humana mientras
que Nila no había movido ni un solo dedo. Esta era la situación ideal que
esperábamos.
Un calor aparece un mi corazón de solo
pensarlo. Mis labios se mueven murmurando algo con arrogancia, pero más que
nada entusiasmo. “Vamos a ganar…” dijeron sin pronunciar una palabra, llenando
mi alma con luz.
Sin error, los ataques de Elio se hacen más
desesperados y torpes. Aun son incomparables en fuerza, pero Nila parece poder
repelerlos más fácilmente. En mi boca siento un dulce sabor, la ilusión de la
victoria que ansiaba llegara en cualquier momento.
Es en ese momento que algo ocurre.
Repentinamente Elio se da la vuelta para mirar abajo, a nosotros. No, eso es un
error, lo que miraba era al pilar. Entonces recuerdo lo que nos había pedido
Nila antes de transformarse.
— ¡Protejan el pilar!— grite con toda mi
fuerza, dando una orden sin pensarlo, al mismo tiempo que junto las manos para
levantar una barrera al instante.
Todos reaccionan al momento que escuchan mi
voz. Lev e Istar me imitan levantando una barrera protectora alrededor del
pilar, mientras que Ave, Leith y Robert se preparan para contratacar. Sabían
que no podrían ni soñar con parar uno de esos monstruosos ataques, pero si al
menos podían debilitarlo sería de gran ayuda.
Elio blande la espada roja, lanzando un rio
de mana sangriento hacia nosotros. Mi corazón se detiene por un instante al
verlo acercarse, reflejándose el rojo en
mis ojos.
Una flecha blanca vuela por el aire en
dirección opuesta, acompañada por un corte de luz y una lanza de hielo. Los
tres son fácilmente consumidos por el rio de sangre, apenas siendo perturbado
ligeramente. Entonces muerdo mis labios y me preparo para el impacto.
Súbitamente toda la iglesia tiembla como si
hubiera un catastrófico terremoto. Las estatuas y cuadros se caen, algunas
rompiéndose al golpear el suelo. En el piso cerca de nosotros aparecen
profundas grietas, dando la idea de que la misma tierra se abriría en dos.
Mi alma casi se rompe en pedazos con ese
ataque. Fue como golpear una ventana con un martillo de guerra, y que esta
milagrosamente resistiera. Pude sentir la energía yendo del centro de mi cuerpo
hacia lo demás. No era dolor, más bien como una indescriptible ansiedad y
miedo.
Respiro profundo una vez me doy cuenta de
que sigo con vida. Mi frente esta empapada en sudor. Temblé hasta lo más
profundo de mí ser. Entonces por instinto miro de reojo a mis compañeros, ellos
están igual de intranquilos, impactados mejor dicho.
Era una barrera mágica de tres capas, y aun
así a duras penas resistió, llenándose de grietas. Si atacaba de nuevo Elio,
sería nuestro fin. Sin embargo parece
que no tendrá la oportunidad. Después de todo darle la espalda a tu enemigo en
el combate era un error fatal.
Nila aprovecha la oportunidad para hacer un
ataque con todas sus fuerzas, lanzando lo que parece un intenso rayo de luz
solar. Todo el lugar se ilumina por un destello de luz blanca, seguido por el
ensordecedor estruendo de una explosión.
De nuevo la iglesia tiembla, había perdido
la cuenta de cuantas veces lo había hecho en tan poco tiempo. Y entonces algo
que nunca hubiera imaginado ocurre. Mis ojos se abren con sorpresa cuando veo a
la espada sangrienta de Elio clavarse en el suelo.
Mi corazón da un salto con esa imagen. La
observo confundida por un par de segundos, el aura roja que la cubría pronto se
desvanece revelando a la espada real, más pequeña, clavada en la tierra. Tiene
un incomparable poder, pero sin una mano que pueda blandirla, no era más que un
perturbador adorno.
Entonces levanto la vista viendo a Nila
“abrazando” a su hermano con sus alas. Las dos bestias forcejean, pero por más
que lucha no se la puede quitar de encima.
Esta vez es diferente a como decía la
leyenda, esta vez ella estaba preparada y él se encontraba herido. Un calor
crece en mi corazón con ese pensamiento. Sin darme cuenta sonrió con
entusiasmo. Es el fin, Nila había ganado, ahora solo falta que acabe con él.
Se acabó… ¡Detuvimos el gran juicio! Estoy
tan impactada por esa noticia que no se ni que decir, simplemente me quedo
inmóvil con la mente en blanco y una tonta sonrisa en mi rostro.
Mientras que pensaba en eso otro destello
de luz blanca brilla, bañándonos a todos y a todo con su luz. En cuanto me toca
siento como me llena una mística tranquilidad, como si una voz dijera a mi alma
que todo estaba bien. Me hace recordar a cuando Isael acaricio mi cabeza, así
era de cálida esa sensación, de hermosa.
Esta luz no desaparece en un instante, sino
que se queda, bañándonos por lo que parece la eternidad.
…Lo logre, lo logramos todos. Mi primera
misión por mí misma, fue un éxito.
*****
El infinito azul del cielo en lo alto, pero también bajo sus pies. En un abrir y
cerrar de ojos el mundo alrededor de los dos hermanos cambia. Sería mejor decir
que ambos fueron transportados a otro mundo, donde solo los dioses pueden
existir.
Elio se encuentra de pie sobre lo que
parece un océano, de pie sobre el agua. Tras observarlo más detenidamente se da
cuenta que no era el mar, sino otra capa de cielo azul, cubierta por una
delgada capa de agua. Hacia arriba o hacia abajo, lo que encontraba era lo
mismo.
Él entonces levanta la vista, mostrando
curiosidad en su rostro. Delante de él, a apenas unos pasos de distancia, se
encuentra Nila, con una cara que parece llena de lastima.
Con incredulidad los dos se miran en
silencio, sin pronunciar una palabra, como si en sus ojos pudieran encontrar
todo lo que querían saber.
Ya no se percibe un aire de agresión en
ninguno, tan solo reina una perfecta calma.
Finalmente los ojos de Elio brillan
mostrando una frágil determinación. —Nila ¿Por qué te resistes al juicio? ¿Por
qué proteges a los malvados?
Preguntaron sus labios no con odio sino con
confusión. Por primera vez desde que todo comenzó él intentaba entenderla,
escuchar su punto de vista.
—Ahora mismo mientras luchamos, muchas
injusticias están ocurriendo. Gente es robada, defraudada, lastimada e incluso
asesinada, sin que nadie pague por sus crímenes…
Nila cierra los ojos y guarda silencio,
pensando profundamente en lo que decía mientras que respira suavemente. No es
ninguna mentira decir que el mundo es injusto, o que todos los días mucha gente
sufre a causa de esas injusticias. No es difícil de imaginar, gobernantes
corruptos, guerras crueles, personas ignorantes, gente que se aprovecha de la
debilidad de otros.
Un sin número de pecados son cometidos cada
día, la gran mayoría de ellos sin que tengan un final feliz. Esa era la verdad
de la humanidad…
—Nosotros y nuestra madre solo éramos
juguetes de los nobles. Nos tenían aquí bajo la tierra cuando con nuestros
poderes podríamos fácilmente haber cambiado a la humanidad, hacerla mejor,
gobernándola como dioses que somos.
Tras decir eso hay una corta pausa que
aprovecha para verla detenidamente.
—Tú también piensas que están mal ¿verdad?
Tú también deseas un mundo más justo ¿no es así, Nila?— añadió entonces Elio
desbordando esas palabras desde el fondo de su corazón. Hay un tono de obsesión
en ellas, pero lo que más destaca es la honestidad.
Eso era él, una persona movida por una
buena intención. Aferrado a ella tan fuertemente que lo había corrompido,
destruyendo al amable hermano que alguna vez fue.
Por un desconocido tiempo el silencio reina
después de eso. A los pies de los dos se pueden ver las pequeñas ondas
dibujándose en el agua, con cada sutil movimiento que hacían inconscientemente.
Lentamente los ojos dorados de la chica se
abren, revelando una interminable ternura mesclada con un tono de tristeza,
como si silenciosamente le dijera que era la despedida. Nila entonces ladea la
cabeza y sonríe, forzándose a verse feliz, a pesar de la tristeza en sus ojos.
Cuando esa imagen se refleja en los ojos de
Elio, él repentinamente siente una aguja clavarse en su corazón. Con curiosidad
baja la mirada a su mano, notando que esta estaba desapareciendo. Diminutas
partículas de luz multicolor, como polvo de un arcoíris, se desprenden de sus
dedos, lentamente haciéndolos abandonar el mundo.
Él abre la boca sorprendido. No siente
dolor ni tristeza, lo acepta demasiado fácil. Eso porque desde que entro en ese
mundo de solo cielo, sabía que había muerto.
—Tienes razón, Azani— dijo luego Nila. Escuchar
su voz hace que regrese la mirada a sus ojos.
—El mundo es demasiado injusto. En nuestra
época y en esta época también, en todas las épocas donde exista la humanidad lo
será…
Sus ojos miran abajo, solo por un momento,
con tristeza. — ¿Pero que es el “mal” Azani? ¿Cómo puedes medirlo?
Ella hace una pausa para tomar aire, y
dejar que piense. —Si intentas separar al bien y al mal de la humanidad, solo
terminaras por romperla. Tienes razón en lo que ocurre, pero te equivocas en la
respuesta… esa no es la solución.
—Porque hasta una simple pasión desmedida
te puede llevar a ser llamado malvado… aun si esa nunca fue tu intensión—
mientras habla Nila no puede evitar pensar en una persona, la misma que tenía
frente a sus ojos, que perdió el control de sí mismo y comenzó a buscar
enemigos en su pasión por ayudar a la humanidad.
Pero había alguien más como él, el mago
Menes también paso por lo mismo. Sin que nadie lo detuviera él hizo
experimentos con humanos, no por malicia sino por su insaciable deseo de
aprender más. Eso lo era todo, nunca lo vio con moralidad, simplemente para él
era demasiado hermoso conocer algo nuevo cada día, demasiado como para dejarlo.
—Porque hasta un incomprendido amor puede
llevarnos a caer en la maldad…— cuando Nila pronuncia esas palabras suena como
si estuviera al borde de llorar. Pero los ojos de Azani siempre se reflejan su
tierna sonrisa, rebosando de cariño hacia él.
Un incomprendido amor, eso era lo que había
pasado con Sou. En lo más profundo de su ser tan solo quería hacer algo por las
personas que más amaba, sus padres, quienes veía con respeto, admiración y
cariño. Tan profundamente los amaba, que saber nadie los recordaría le era
demasiado doloroso, sencillamente inaceptable.
Él cometió imperdonables crímenes, pero si
tan solo hubiera encontrado otra manera de lograrlo, la historia hubiera sido
muy diferente. En su corazón lastimar a otros nunca fue su intención.
Inesperadamente un par de lágrimas brotan
de los ojos de Nila. Ahora le es más difícil mantener su sonrisa, pero se
fuerza a aguantar lo más que pueda.
—Porque… no hay regla que diga una persona
buena no pueda amar a una malvada, y querer perdonarla…— ella dice eso con
dificultad, y temblorosa voz.
Es más que obvio a quien se refería, a la
persona que se refleja en sus dorados ojos. Pero también había otro ejemplo más
cerca de lo que imaginaban.
Años atrás, una niña mato a sus padres,
porque estaba cansada de sus maltratos, de sus desprecios e insultos. No pudo
soportarlo más y se rompió ahí mismo. A raíz de eso más y más desgracias se cruzaron
en su camino, hasta que perdió toda la inocencia que alguna vez tuvo.
Pero a pesar de eso Leith nunca dejo de
creer en ella, de ver la bondad que existía en su corazón. Aun si estuviera
manchada de sangre quería perdonarla, quería amarla, tanto como ella misma
quería serlo, sino incluso más.
En sus ojos nunca vio maldad, sino a alguien
a quien tenía que ayudar desde el fondo de su alma.
Los ojos de Nila miran abajo, al agua a sus
pies sobre una capa de infinito azul. Más de la mitad del cuerpo de Azani ya
había desaparecido para entonces, sin embargo él sigue mirándola atentamente,
sin mostrar ninguna emoción más que gentil atención.
Es casi nostálgica esa imagen, a pesar de
que recién frente a sus ojos estaba ocurriendo.
Hay una pausa durante la cual el silencio
habla por los dos, mientras que ella se limpia la cara, solo para no verse muy
mal en un momento tan importante.
Nila entonces lo mira a los ojos, sin
molestarse esta vez de ocultar su tristeza, claramente llorando, como si fuera
un niño pequeño al que le dicen perdió algo para siempre.
—Y también… porque incluso las personas
malvadas pueden enseñarte una valiosa lección en la vida…— dijo ella entre
sollozos, luchando por hablar con claridad.
Sin dudas tal había sido el caso de Aihzara
con el asesino ciego. Kiel estaba oscuro hasta lo más profundo, pero él pudo
entregarle algo que la ayudo a seguir adelante. Ella ni se molesta en negarlo,
se divirtió con ese combate, le enseño más de lo que nunca hubiera imaginado,
de su enemigo y sobre todo de sí misma.
Más allá de las palabras dulces, estar en
una situación difícil a veces nos ayuda a discernir qué es lo que realmente
queremos hacer, a encontrar la fuerza en nuestro interior.
—Azani… el bien y el mal no son cosas tan
fáciles de separar, son algo mucho más complicado. Y temo si lograras hacer el
juicio, este terminaría solo siendo una masacre desmedida. Que causaría más
dolor que bien a la humanidad…
—…— Azani no responde, solo la mira
fijamente con tranquilos ojos mientras que siente su presencia hacerse cada vez
más liviana.
Nila por un momento piensa que la entiende,
pero no puede estar segura de si eso es la verdad o solo una ilusión. Seria
hermoso si así fuera.
Ella cierra los ojos y baja la mirada,
poniendo las manos sobre su corazón. Lo puede sentir latir con intranquilidad.
—Yo, lo siento por todas las personas que están sufriendo, porque en este día
les negué su salvación. Pero no podía aceptarla… me era demasiado dolorosa.
Entonces Nila vuelve a abrir los ojos, dándole
su más pura sonrisa a Azani, desbordando con amor. Aquella era su forma de
decirle adiós, con una bella sonrisa como ninguna otra hubiera visto. Con algo
que debería de ser inolvidable, pero desaparecería junto con él en tan solo un
instante.
—Adiós hermano. Nunca más nos volveremos a
ver, no habrá otra reencarnación para ti…
—Si hay una última cosa que pueda decirte,
es que… te extrañare. Aun si no me crees lo hare… nunca dejaste de ser mi
familia.
Azani sencillamente cierra los ojos
esbozando una nostálgica sonrisa. Tan solo ese gesto dice todo lo que sentía. Era
un final muy distinto al que siempre imagino, pero no siente rencor ni odio, de
alguna forma, como guerrero y como persona, le parecía un digno final.
Poco después lo único que queda es una
cortina de partículas de luz, formando un pequeño arcoíris que se eleva y se
adentra bajo el agua, mezclándose con los dos cielos.
Entonces solo quedo una persona en ese
lugar perdido en el cielo, llorando por lo que nunca volvería a tener, pero
complacida con lo que había logrado.
Epilogo:
el sol sale otro día
De un momento a otro la luz que parecía
nunca dejaría de brillar lentamente comienza a apagarse. Cuando se va también
lo hace su calor. Parpadeo notando que habíamos regresado al mundo real.
Entonces de inmediato miro hacia arriba solo para descubrir que el cielo creado
por los nefilims había desaparecido junto con ellos. Tanto Nila como Elio no se
encontraban por ninguna parte.
Con curiosidad miro a los alrededores
sintiendo que mucho había cambiado. No soy la única, Robert y todos los demás
también mueven la cabeza explorando el lugar. La iglesia había quedado
destruida por culpa del combate, pero lo que más llama mi atención es algo que
faltaba. El inmensurable mana que movía el pilar de control celestial ya no
podía percibirse. Sin titubear volteo hacia él viéndolo inmóvil y apagado, como
si fuera una simple estructura de piedra.
Lo miro por varios segundos con
incredulidad en mis ojos. Mi mente está en blanco, no sé ni que pensar, mucho
menos si debería decir algo.
La victoria es nuestra, eso no se pone en
duda, pero parece que no sé cómo celebrarla. Parece una broma solo imaginarlo,
vencimos a un dios y ahora no sabemos qué hacer.
Tras un largo silencio finalmente alguien
dice algo, la persona que debí suponer lo haría.
—Bueno, no sé ustedes, pero ese fue un
combate fenomenal, y mira que para que un viejo lo diga es porque tiene que ser
cierto— dijo repentinamente Istar con un tono de broma, al mismo tiempo que
arregla su sombrero y esboza una sonrisa.
Una pequeña risa escapa de mis labios con
eso. Definitivamente le queda muy mal, no debería de actuar como un joven. Pero
a decir verdad creo ya me había acostumbrado a verlo.
Leith es quien se ríe con más fuerza,
seguramente fue un chiste tan malo que le pareció gracioso. Luego él levanta
los hombros con indiferencia. —Sí, sin dudas fue el combate más espectacular
que haya visto, pero sinceramente espero nada nunca lo supere.
Lev tan solo asiente con la cabeza tras
escucharlo. Entonces inesperadamente él la abraza jalándola hacia su cuerpo con
un brazo. Lev de inmediato se sonroja
viéndose nerviosa, pero no se queja o se resiste. Viéndola de reojo Leith
sonríe.
—Estoy bien con tener combates de mi nivel,
o incluso con dejar de luchar— añadió después él, dando a entender sus
intenciones de retirarse como mercenario.
Lo miro sin saber bien que debería sentir.
En eso un calor crece en mi interior ¿Isael? O quizás soy solo yo que sentí
vergüenza al ver a una pareja. No, mejor no debería pensar en eso. Me dije a mi
misma al mismo tiempo que sacudo la cabeza.
—Ver el cielo fue hermoso— fue lo único que
dijo Ave con una voz inexpresiva, sin embargo pronto miro a su rostro y me
regala una pequeña sonrisa. Parecía que también ella había encontrado algo que
le faltaba. Quizás todos lo hicimos.
Le sonrió de vuelta con ese hermoso
pensamiento en mi mente. Me alegro que esta misión hubiera acabado tan bien, no
podría pedir un mejor final.
Robert entonces gruñe con cansancio y
dolor, mientras que soba su golpeado cuerpo. —la verdad, seria mentira si
dijera que no estoy agradecido de vivir una experiencia tan extraordinaria como
fue esa. Pero al mismo tiempo estoy de acuerdo con Leith, para la próxima me
gustaría tener a un oponente de mi nivel.
Tras decir eso él repentinamente se voltea
hacia mí y hace una reverencia. —Si es que no es mucho pedir, mi lady.
Robert me sorprende con eso, pero pronto
sacudo sutilmente la cabeza en negación. —No, todo lo contrario haz echo un
espléndido trabajo Robert. Todos lo hicieron. En verdad se los agradezco mucho.
Sin pensarlo bajo la cabeza en una pequeña
reverencia, a lo que los demás responden bajándola aún más para mostrar respeto
hacia mí. Incluso Levina lo hace, al principio confundida, siguiendo a Leith.
—Al contrario mi Lady, fue un honor poder
luchar a su lado. Y además, misión o no, no podíamos permitir que el juicio
ocurriera— dijo Robert antes de regalarme una sonrisa llena de orgullo.
Asiento para mostrar que estoy de acuerdo,
y después miro hacia arriba viendo el aburrido techo de la iglesia una última
vez para recordar al hermoso cielo azul que apenas unos momentos atrás existía
sobre nuestras cabezas.
Sin más que hacer bajo la cabeza mostrando
unos ojos llenos de autoridad. —La misión ha terminado exitosamente. Volvamos a
la base.
Mis labios pronuncian eso hablando como un
líder. Entonces sin pensarlo más abandonamos ese lugar. El único recuerdo que
nos dejaron los dioses fue la espada mortal clavada en el suelo.
Extrañamente el camino de vuelta se me hizo
corto. Con cada paso que daba nuevas ideas aparecían en mi mente, no sé cómo se
lo explicaría a mis padres una vez los despierte. Y estoy segura de que los
demás pensaban en lo mismo.
Cuando salimos de la ciudad subterránea, ya
finalmente en la superficie, los seis nos pusimos de acuerdo sobre lo que
diríamos. Le contaríamos la verdad a mis padres, Sunil y Adeleid Sapphire, yo personalmente
lo haría. Nadie más que ellos lo sabría. Después cada uno negociaría los
términos de su trabajo, después de todo, una vez que despertáramos a mis
padres, la guerra terminaría.
Me fue fácil despertarlos usando mi magia
curativa. Lo difícil sin embargo fue explicar lo que había pasado, una historia
tan fantástica que parecía más un cuento para niños que realidad. Por fortuna
Istar previendo eso, o quizás por gusto propio, trajo consigo un libro de la
antigua biblioteca del castillo, perfectamente conservado y lleno de la magia
del Hurasu.
— ¿Y entonces eso fue lo que pasó?—
pregunto mi padre con una cara muy seria.
—Sí, eso es todo lo que paso— respondí con
igual seriedad, terminando que contar mí historia.
Él entonces suspira con preocupación llevándose
una mano a la frente, pensativo. Pocas veces había visto a mi padre pensar algo
tan profundamente, pero eso era algo bueno, significa que sabía lo delicada que
era la situación. Ahora lo único que queda es ser paciente.
El tiempo pasó rápido después de ese día.
Antes de que me diera cuenta una semana ya había pasado. Con nostalgia levanto
la vista mirando al azul del cielo.
Cientos de cosas parecían haber ocurrido en
tan poco tiempo. Lo primero y creo más obvio es que comenzaron las
negociaciones de paz entre Forlinde y Maikos. Ganamos la guerra, fue fácil
aprovechando que casi ninguno de sus soldados había despertado. La mano
temblorosa de los apóstoles firmo los papeles donde aceptaban las condiciones de
mi padre. Ellos no podían verse peor,
llenos de resignación y disgusto. Mi padre en cambio, nunca recuerdo verlo tan
feliz, solo no saltaba de su silla para mantener la compostura, pero sabía que
tenía deseos de hacerlo.
Ahora la familia Sapphire tendrá acceso a
los artefactos del Hurasu en Maikos. Y tras escuchar nuestra historia no dudo
que está más que ansioso por comenzar a estudiarlos.
Lo siguiente es el destino de mis aliados.
Por triste que suene nuestro grupo fue disuelto, era lógico, tan solo nos
juntamos para una misión que resulto demasiado grande.
El primero en retirarse fue Leith,
acompañado por Levina. Fue algo difícil explicar la situación de los dos, pero
ella se veía muy diferente a cuando la conocí por primera vez. Actuaba con
timidez y gentileza, sin mostrar ni una pisca de rencor o agresividad.
—Como la guerra ya ha sido ganada, y
encontré a la persona que buscaba, terminare mi contrato aquí. Espero pueda
entenderlo lord Sunil.
Fue básicamente lo que dijo Leith. Los dos
se quedaron en el campamento para descansar unos días, recibir su pago, y
también hacer unos exámenes médicos a Lev. La respuesta fue muy alentadora,
dijeron que había sufrido un fuerte trauma pero encontró la fuerza para
superarlo. Tan solo debería mantenerse en un ambiente sin estrés y descansar.
Sugirieron mantenerla en observación pero
eso no me preocupa, estoy segura de que Leith la mantendrá cerca en caso de que
vuelva a sentirse mal.
Con el dinero que Leith recibió por todos
sus servicios debería ser suficiente para pagar la operación mágica de su
hermana menor. Parece que por fin podrá dejar de ser un guerrero y dedicarse a
una vida más tranquila.
Es un poco irónico pensar que en un pueblo
cualquiera, viviendo una vida ordinaria, habrá un hombre con una espada
legendaria, que fue capaz incluso de bloquear la espada de muerte de Elio, de
un dios. Pero así son las cosas.
Ave también pidió permiso para poder
retirarse del servicio a la familia Sapphire. Ella tuvo una muy larga plática
con mis padres explicándoles como finalmente había encontrado la respuesta que
buscaba, sobre que era ella, o quizás sea más correcto decir “quien era ella.”
De cualquier forma, les expreso una amplia gratitud antes de decir que quería
viajar por el mundo y continuar con su vida, escribir un nuevo capítulo en
ella.
Cualquier otro mago se hubiera negado
rotundamente a eso, nunca aceptarían perder un espécimen tan valioso. Sin
embargo mis padres no son magos como los demás, eso muchas veces lo he
comprobado. Con cientos de misterios del Hurasu esperando por revelarse en
Maikos, y tras varios años de valioso servicio, ellos no vieron razón para
negar su petición.
Fui a despedirme de ella cuando iba a
partir. Fue vergonzoso ver que no sabía que decirle, no se me ocurría nada. Tan
solo nos miramos a los ojos, ella con absoluta calma mientras que yo llena de
timidez.
Finalmente ella me mostro una pequeña
sonrisa, con la más pura amabilidad. —Adiós mi lady, que este bien— dijo
sencillamente como era propio de ella.
—Si… tu igual Ave— fue mi torpe respuesta,
antes de hacerle un gesto con la mano en señal de despedida.
Ella me lo devuelve diciéndome adiós con
los ojos antes comenzar a andar su nuevo camino. La veo alejarse por solo unos
momentos antes de retirarme.
Istar por su parte decidió quedarse, pero
ya no trabajaría como mi guardaespaldas sino como investigador de los
artefactos del Hurasu. Aun lo recuerdo reírse como un niño cuando me lo dijo,
justo antes de hacer una reverencia.
Sin dudas, un anciano debería de ser más
calmado. Dar una imagen de sabio en vez de entusiasta.
De él mi padre solo dijo que era un dolor
de muelas, no me es difícil imaginar porque. Pero parece los dos habían llegado
a un acuerdo. Dudo que vaya a cruzarme con él, pero seguirá en Maikos por un
indeterminado tiempo.
Al final Robert fue el único que se quedó
conmigo, trabajando como mi caballero personal igual que antes. Sin embargo lo
que si cambio es el trato entre los dos. Ahora somos amigos más cercanos, ahora
lo entiendo mejor y él a mí.
— ¿Se le ofrece algo mi lady?— pregunto él
con amabilidad, haciendo una reverencia hacia mí. Esa era una pregunta que
había escuchado muchas veces en poco tiempo. Más bien parecía mi mayordomo, y
uno aburrido si no podía esperar a que yo le pidiera algo.
—Nada. Solo ve y descansa Robert— dije con
amabilidad al mismo tiempo que lo miro a los ojos, para que supera que estoy
bien. Él hace una reverencia antes de retirarse.
Oficialmente no se menciona en lo más
mínimo la aparición de los nefilims en los reportes. Fue simplemente un
artefacto del Hurasu que causo la oscuridad, pero nuestro ejército logro
reponerse primero y aprovecharon esa ventaja para ganar. La verdad será
ocultada, para mejor con seguridad.
Nila nunca volvió a aparecer, aunque tengo
la sensación de que sigue en Maikos, viviendo como una chica ordinaria con una
familia ordinaria. Un dios que eligió la vida de un humano, no hay una forma
mejor de describirlo. Mi padre no la busca, hasta donde sabe ella desapareció
junto con el otro dios, una historia con mucho sentido, quizás.
Nunca he escuchado de una chica con el
cabello azul cielo en la ciudad, así que supongo ella sabe cómo adoptar una
apariencia más natural. Estará bien, de eso no tengo dudas, ella es la más
fuerte de todos después de todo.
…y finalmente es el turno de contar que fue
de mi historia. Al principio no estaba segura pero sé que fue para lo mejor,
decirles a mis padres acerca de Isael.
Como todo era algo muy difícil de creer,
pero pude demostrarlo fácilmente. Isael tomo control de mi cuerpo por unos
minutos, con mi permiso claro. Solo eso fue evidencia más que suficiente.
Mis padres al principio se veían
confundidos, incluso enojados. Pero no flaquee ante ellos, demostré mi voluntad
como heredera de los Sapphire y exprese determinantemente mi deseo de salvarlo.
No hace falta decir que los deje pasmados. Ninguno de los dos me había visto
así antes, luchando con tanto fervor por algo en lo que creía.
Esta es la verdadera razón por la cual
quería decirles la verdad a mis padres, porque sabía que yo sola no podría
encontrar un cuerpo para Isael.
Al final logre convencerlos. Tener dos
almas dentro de un mismo cuerpo era algo peligroso, mucho, pero por ahora se quedaría
ahí hasta que pueda existir por sí mismo.
En las noches, cuando estamos solos, los
dos solemos hablar mucho, recordando los viejos días de nuestra infancia,
viéndolos bajo una diferente luz tras tantos años.
Más y más tiempo pasa desde entonces. Hasta
que ya había sido un año desde la conquista de Maikos. Fue entonces que mis
padres me encargaron con otra misión.
— ¿Esta lista mi lady?— pregunto Robert,
montado sobre un caballo mientras me esboza una orgullosa sonrisa. A su lado
hay una nueva hacha encantada, está más fuerte que la anterior.
—Sí, estoy lista. Vamos Robert— dije
sencillamente antes de empezar a cabalgar, en camino a una montaña lejana,
donde mis padres habían encontrado a un mago excéntrico experto la fabricación
de homúnculos, cuerpos humanos artificiales. Eso era justo lo que necesitábamos
para Isael.
Siento al viento golpearme en la cara,
moviendo mi ahora largo cabello. Lo había dejado crecer por fin, el tiempo
había dejado de estar detenido para mí.
No puedo evitar sentir algo de nostalgia
con esta imagen. Así fue como comenzó mi primera misión, de atacar un
transporte de suministros a Maikos. Nadie hubiera imaginado todo lo que pasaría
después de eso, una aventura digna de una leyenda.
Si, sin dudas esto también lo era. El inicio
de una nueva aventura.
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El reino de Forlinde – reino invasor al que
pertenecen los protagonistas
Sunil y Adeleid Sapphire – padres de Aihzara. Tergon Sapphire.
Maikos – ciudad santa
Rudhira- la antigua capital de la humanidad. Adha— ciudad subterránea.
Nabha – la diosa del cielo
Azani, Maikos y Nila- los tres nefilims en orden de edad.
Mirtu, dios de la muerte; Samaya, dios del tiempo; y Bhuvana, dios de la tierra.
Braht-Zuska- “la gran sequía.”
Ave Razgal
Istar Laundin — Naktan, gremio de magos.
La eterna noche de invierno. Dragon negro Varna.
Hurasu – edad de oro de la humanidad- (Código: magia detener)
Sunil y Adeleid Sapphire – padres de Aihzara. Tergon Sapphire.
Maikos – ciudad santa
Rudhira- la antigua capital de la humanidad. Adha— ciudad subterránea.
Nabha – la diosa del cielo
Azani, Maikos y Nila- los tres nefilims en orden de edad.
Mirtu, dios de la muerte; Samaya, dios del tiempo; y Bhuvana, dios de la tierra.
Braht-Zuska- “la gran sequía.”
Ave Razgal
Istar Laundin — Naktan, gremio de magos.
La eterna noche de invierno. Dragon negro Varna.
Hurasu – edad de oro de la humanidad- (Código: magia detener)