Posted by : Unknown lunes, 27 de julio de 2015

Capítulo Final: el gran juicio
El estruendo de las armas chocando llena la habitación incontables veces, como si fuera una interminable tormenta lanzando truenos sin cesar. Es tan así que el sonido se había quedado grabado en los odios de Nila, encontrando raro cuando hacían una pausa en medio del combate.
Un sin número de ataques habían sido realizados por los guerreros, y numerosas veces los dos habían escapado de la muerte. Sin embargo ella cada vez parecía tenerlos más cerca, como si cada vez que fallara sus garras se acercaran un poco más.
El combate entre ellos, Elio y Robert, ya había durado más de una hora sin cesar, no quedaba mucho tiempo para que el pilar de control celestial se activara. Había sido el combate más largo de todos, y aun así los dos seguían luchando. Era sencillamente sorprendente.
Sin embargo los estragos eran más que notables a simple vista. Sus armaduras están rotas y agrietadas, arruinadas sin reparación, a pesar de ser de la más alta calidad. Por todo su cuerpo se pueden ver heridas, en sus brazos, piernas, en el pecho, los costados, incluso en el rostro. Un hilo de sangre baja de la ceja de Robert, siendo una molestia pero él lo ignora mostrando perfecta concentración. Del otro lado, del labio de Elio se ve también un pequeño hilo de sangre, resultado de un golpe que recibió poco atrás.
Ambos guerreros se curan lentamente gracias a su magia, pero conforme más se prolonga el combate más cansados están, y más lenta es la recuperación.
La mirada de los dos se cruza, viéndose con ferviente determinación por solo una fracción de segundo antes de que sus armas choquen, produciendo otro furioso estruendo.
Cualquiera que lo viera pensaría que se trata de un combate interminable, seguirían luchando por horas y hasta días sin que haya un ganador, tanta era la resolución de los dos. Sin embargo tal cosa no podía ser, sin lugar a dudas uno de los dos vencería, y si se tuviera que adivinar con verlos cualquiera diría que ese sería Elio.
Una vez que las armas chocan ambos son impulsados hacia atrás, creando distancia entre ellos. De nuevos sus ojos se encuentran mientras que sienten a sus manos tomar sus armas con toda su fuerza. Elio es más fuerte, pero existe otra ventaja, una demasiado injusta. La espada gigante que porta es un artefacto del Hurasu, uno creado por él mismo, un antiguo dios, que además tiene una funda de metal con hechizos sumamente poderosos grabados en ella, y las almas de cuatro bestias legendarias con poderes sobre la muerte.
Por ponerlo simple, el gran hacha de Robert se estaba viendo arruinada tras tantos ataques. El filo se había doblado ligeramente y la cabeza deformado. Hasta ahora el arma resiste, pero no se sabe por cuánto tiempo más. De todas formas, aun si milagrosamente pudiera soportar otra hora, en cuanto el pilar de control celestial se active todo acabaría.
La misión de Robert es muy difícil, lucha contra el enemigo más poderoso, con el arma peligrosa, y contra el reloj. Y aun con todo eso, su corazón late lleno de emoción, al mismo tiempo que sus labios forman una entusiasmada sonrisa.
No caben dudas de que se trata de un espléndido soldado. Aun si es una buena persona que no obtiene placer en matar a otros, el calor de la batalla lo llena de vida, con orgullo.
Aunque el cuarto está lleno de ruido, de sus labios no se escucha nada. Muy rápido se dieron cuenta que discutir con el otro era una pérdida de tiempo, sus mentes eran incluso más duras que el propio acero, reusándose a cambiar. Tan solo sus gemidos con valor o dolor y su respiración suenan de ellos, dejando que sean sus armas las que hablen en su lugar.
Sin dudarlo ellos corren él uno al otro, blandiendo sus armas con toda su fuerza junto con gritos llenos de valor. “clank, clank, clank.” En apenas segundos las armas chocan numerosas veces, tan rápido que era difícil seguirlas con la vista. Cada golpe con la fuerza de cientos de hombres, algo más allá de lo humano.
Hasta que finalmente Elio le propicia una patada a Robert, haciéndolo volar contra un muro. El golpe es doloroso, pero al instante Robert tiene que reaccionar cubriéndose con su hacha para bloquear un corte mágico. Se siente como ser embestido por una furiosa bestia. Sus brazos dolían como si en cualquier momento fueran a caerse a pedazos, sin embargo él nunca deja de mostrar emoción.
Nila se mantiene en silencio, solo actuando como una espectadora, pero por dentro era todo un manojo de nervios, su corazón late lleno de ansiedad pensando en lo que pasaría con Robert. En su mente ella se prepara para intervenir de ser necesario.
Robert rápidamente rueda para esquivar otro ataque de Elio, luego se pone de pie y apunta su maltratada hacha hacia él. Esta tan cansado parece imposible pueda moverse, pero por dentro su corazón arde. Su orgullo y honor le impiden rendirse, aun si es un combate inútil.
Elio entonces bufa con disgusto, junto antes de prepararse para embestirlo. Y es en ese momento que hago acto de presencia.
A mitad de camino lanzas ilusorias crecen del suelo, todas apuntando hacia Elio quien de inmediato salta a un lado para evitarlas. Comparado con la agilidad de Kiel era como ver a una tortuga moverse, pero en realidad fue una reacción instantánea.
Luego tanto Elio como Robert voltean la cabeza hacia mí, el primero mirándome con ojos que rebosan de disgusto, el segundo con preocupación. Yo simplemente tomo mi lanza con fuerza y camino lentamente, casi con arrogancia.
Cierro los ojos un segundo. Mis labios murmuran algo en silencio, cuyo efecto pronto se hace visible. Una tenue luz dorada cubre a Robert curando sus heridas y aliviando su dolor. Volteo a mirarlo solo por un instante, para asegurarme de que se encuentra bien, antes de fijar la vista en mi nuevo enemigo, el jefe de todos, el dios al que tengo que vencer.
Hago girar mi lanza un par de veces antes de apuntar hacia él con indomable valor.
— ¡Mi lady! ¿Qué está haciendo? ¡Apártese, él es demasiado peligroso!— se quejó Robert de inmediato. La verdad nunca dude que lo haría, pero no me muevo ni un milímetro.
—Sí, lo sé. Pero tú estás herido y cansado, Robert— de mis labios salen palabras con tanta autoridad y fuerza que yo misma me sorprendo. La mirada en mis ojos es tan afilada como mi propia lanza, sino es que incluso más.
—Por eso te ordeno que te quedes atrás. Has peleado bien Robert, y te estoy muy agradecida, pero es momento de que tome tu lugar— luego añadí sin despegar la mirada de Elio, quien observa lo que ocurre con una mueca de repulsión.
—Pero mi lady…— Robert esta sencillamente incrédulo, no lo culpo.  —él es demasiado peligroso, y usted también se ve cansada.
Dijo cansada para hacerlo sonar bien, pero la verdad es que estaba hecho un desastre. Es lo normal después de luchar contra Kiel.
—Tu estas peor que yo, y aun puedo contra un enemigo más— dije al mismo tiempo que refuerzo mi postura, diciendo con el gesto que estaba lista para luchar.
—Además, Robert— luego añadí misteriosamente. Mi corazón late emocionado, ansioso por lo que estaba por decir. —Yo soy más fuerte que tú. Dudaba de mi misma, pero ya no más. Me has ayudado incontables veces y creo que… No; quiero ayudarte también.
Casi puedo imaginar la mirada que debe tener en estos momentos, con los ojos abiertos por completo y la cara pálida, rebosando con incredulidad. Solo para después sonreír lleno de gusto.
—Siento que ha crecido mi lady— entonces dijo Robert a mis espaldas sonando lleno de orgullo. Me corazón se detiene un instante al escucharlo. Tengo deseos de darle las gracias, pero mi orgullo me impide hacerlo. En su lugar solo miro al frente ignorando el comentario.
Él entonces suspira resignándose. —Bien, si esa es una orden, yo no puedo desobedecerla.
Hago una pequeña exclamación de orgullo cuando lo escucho decir eso. Por otro lado Elio parecía no poder estar más perturbado.
—Así que, uno de mis subordinados resulto ser un completo inútil— dijo él rechinando los dientes con furia. Extrañamente escucharlo no me hace nada de gusto.
Me muerdo los labios antes de hablar. —Yo no diría eso. Comparado con Kiel tú no eres nada aterrador. Si no fuera por la casualidad de que eres un dios, ni siquiera te daría tanta importancia.
Mi corazón se encoje cuando me escucho hablar. Parecía halagaba al mismo asesino que antes despreciaba desde el fondo de mi corazón, pero sería mentira decir que no pensaba así.
Elio gruñe como una bestia. — ¡Maldita hereje! ¡Te enseñare lo que es el poder de los cielos y el juicio!
Apenas termina de hablar noto como su espada empieza a brillar con un intenso color rojo, parecido a que una brillante niebla sangrienta lo estuviera cubriendo. Aquella inmensa concentración de mana me deja pasmada, mi corazón se detiene una fracción de segundo sabiendo que era algo sumamente peligroso.
— ¡Cuidado! ¡Está usando la magia para invocar la muerte!— grito repentinamente Nila, reconociendo ese poder de inmediato.
Mi alma se cubre de hielo de solo pensarlo, pero pronto sacudo esa impresión. Respiro profundo llenando mis pulmones con aire y mi corazón con valor.
— ¡No puedes dejar que te toque, o morirás!— me alerto Nila. Algo que era mucho más difícil de hacer de lo que sonaba. Siento un escalofrió de solo imaginarlo, pero pronto el deseo de vivir vuelve a llenar mi alma.
Pensaba que era imposible usara el poder de la muerte sin desenfundar la espada. Viéndolo con más atención, estaba en lo correcto, no debería de ser posible. Es simplemente que Elio está forzando tanto a su arma, cargándola con todo el mana que puede, que su poder se filtra al exterior, algo que es peligroso para los dos, no solo para mí.
Resoplo antes de girar mi lanza, invitándolo a atacarme. Ya es demasiado tarde para retractarse. En silencio solo siento como Robert me mira lleno de preocupación, pero sé que puedo hacerlo.
— ¡Muere Hereje de los Sapphire! ¡Sufre el juicio de los cielos!— rugió Elio al momento que embiste hacia mí con monstruosa fuerza, como si fuera una avalancha. Con la espada cubierta de rojo avanzando frente a él.
Sin pensarlo dos veces salto a un lado para salirme del camino, luego observo sorprendida como rápido cambia de dirección, persiguiéndome. Tiene una fuerza muy superior, pero después de ver la agilidad de Kiel, me parece lento. Tengo que aprovechar eso a mi favor.      
Elio blande su monstruosa espada frente a mí, cortando el aire y dejando una pequeña estela roja en su camino. “¡Wush!” La escucho al avanzar. Si recibo el impacto mi escudo se romperá o incluso podría morir, y si lo bloqueo mi lanza será quien “muera,” rompiéndose en pedazos.
Eso solo me deja una opción…
“¡Clank!” repentinamente el estruendo metálico del choque del metal se escucha, tal y como lo había hecho cientos de veces antes. Sin embargo algo cambia, todas las miradas se posan en mi con incredulidad, especialmente la de Elio cuyo pálido rostro me decía no podía creerlo.
Frente a sus ojos no una sino cinco lanzas habían bloqueado su ataque, todas lanzas ilusorias que salieron de la nada, con una coloración transparente como si fueran de delgado cristal. Imitando el mismo movimiento que mí lanza real, solo que apenas unos milímetros delante de ella, de tal forma que parece estoy bloqueando al aire.
En ese momento una pequeña sonrisa aparece en mi rostro, mostrando orgullo. Su arma puede invocar la muerte, por eso es tan peligrosa. Pero ¿Qué es la muerte para una ilusión? Absolutamente nada, son algo ajeno a ello. Mientras que la lanza que está en mis manos exista, las ilusiones que son proyecciones de ella existen. Su realidad es distinta de la muerte, por lo tanto no tienen por qué temerle.
— ¡Maldita desgraciada!— grito furioso Elio, desgarrándose la garganta, al mismo tiempo que blande su espada más veces, sin ninguna piedad.
Clank, clank, clank. El resultado es el mismo, uso mi lanza para defenderme de sus monstruosos ataques, sin que nuestras armas nunca realmente se tocaran.
Entonces inesperadamente mis labios murmuran algo, y un destello de luz cegadora aparece, conmigo en el centro de él. Era la misma técnica que había usado tantas veces contra Kiel. Elio reacciona retrocediendo de un salto, pero es lento y puedo notar como resulta herido.
Cuando lo veo a los ojos no se ve bien. Solo le respondo con una mirada que refleja coraje y confianza. Respiro agitada tras tan solo un encuentro. Aun no me había recuperado por completo de la lucha contra Kiel, y además, aunque puedo evitar a la muerte hay algo de lo que no puedo escapar, la fuerza de Elio. Me era muy difícil y cansado bloquear sus ataques, pero aun puedo luchar, un poco más. Quiero dejarlo lo más débil posible para que Nila lo acabe después.
— ¡AHHH!— gritando con todo su espíritu Elio salta hacia mí, tomando la espada roja con ambas manos para poner toda su fuerza, que superaba enormemente la mía.
 De inmediato clavo la punta de mi lanza en el suelo, haciendo a varias lanzas ilusorias crecer del él para formar una barrera. Fue inútil, Elio las rompe todas al blandir su arma, tan fácil como si cortara el aire. Continúa su avance, como si fuera una invencible fuerza la naturaleza. Yo refuerzo mi postura y mis brazos con mana, preparándome para recibirlo.
“¡Clank!” esta vez el choque fue tan fuerte que se produce una explosión. Soy empujada al aire, volando hacia atrás, sin embargo rápidamente logro recuperar el equilibrio y caer de pie. A diferencia de mí, Elio no se había movido ni un centímetro. Su fortaleza era algo sumamente envidiable.
Los ojos de Elio me miran con profundo odio, como dagas. Para este momento me queda claro cuan diferente es de Kiel, no solo en su estilo de combate sino por sobretodo en su forma de ser.
“¿Se divirtieron?” recuerdo su pregunta mientras que respiro profundo, sintiendo a mis brazos doler como si hubieran sido martillados sin piedad.
Kiel era un alma retorcida hasta lo más profundo, pero al menos él a su manera se estaba divirtiendo. Estaba loco, pero tenía algo más que Elio de quien lo único que encuentro es amargura. Elio no parece estarse divirtiendo en lo más mínimo, en ese sentido, al menos a diferencia de Kiel por quien sentía odio, por él solo siento lastima.
De inmediato Elio vuelve a cargar hacia mí, con incluso más poder. Su cuerpo se cubre por un aura roja mientras que avanza siendo una fuerza imparable. Ni siquiera intento enfrentarlo esta vez, solo salto hacia a un lado girando en el suelo por un instante.
Elio no puede cambiar de dirección y termina chocando con uno de los muros, haciendo a toda la iglesia y sus ídolos temblar. Mi corazón también tiembla en ese momento. Contengo el aliento a la expectativa de lo que seguiría, y repentinamente abro los ojos con sorpresa. De inmediato él salta apoyándose contra el maltratado muro, avanzando hacia mí en el aire, y tomando su espada con las dos manos para un imponente golpe que haría a toda la tierra temblar.
Reacciono al instante clavando mi lanza en el suelo para hacer crecer numerosas lanzas ilusorias. Todas ellas se rompen en un parpadeo, junto con mi escudo protector. Abro los ojos por completo, con mi cara pálida llena de sorpresa, cuando escucho el sonido de cristal rompiéndose. Toda mi alma se estremece ante ese sonido. Mi corazón se convierte en plomo.
Elio realizo un ataque tan fuerte que rompe todas mis defensas. Me quedo congelada de solo pensarlo, incapaz de aceptarlo. No sé si Robert gritó algo, todo para mí en ese momento, después de escuchar el cristal, se hace completo silencio. Los sonidos se callan con excepción del de mi corazón, y los colores se vuelven grises con excepción de aura rojo sangre que cubre a la espada de Elio, lista para acabar con mi vida.
Con crueldad él sonríe al mismo tiempo que blande su espada nuevamente. No hacía falta que pudiera invocar la muerte, un golpe con esa fuerza sería suficiente para partirme en dos.
El tiempo mismo se ralentiza en ese momento, permitiéndome apreciar cada detalle de como la muerte se acerca hacia mí. Mi mente esta en blanco, mis manos permanecen inmovibles sin saber qué hacer. Sería mi fin, pero justo al último tiempo el milagro ocurre.
Inesperadamente el estruendo de la espada chocando contra algo sólido alcanza mis oídos, como si un muro de hierro hubiera aparecido justo frente a mí, deteniendo a la espada.
Atónita vuelvo en si para descubrir lo último que hubiera esperado, la barrera de espinas de Lev me protege salvándome la vida. Luego escucho tenuemente el sonido de una gota tocando el suelo. Las manos de Elio están sangrando, es el efecto de las espinas.
— ¡Lady Aihzara!— grito Leith al mismo tiempo que se lanza contra Elio, blandiendo su espada con gran orgullo y seguridad. Al moverse la veo dejar una fina estela de luz, un hermoso corte mágico.
Elio de inmediato salta hacia atrás para alejarse de nosotros dos, y luego adopta una postura de combate. — ¡Desgraciada seas Levina! ¿Cómo te atreves a traicionarme?
En su voz no hay más que ferviente odio. Con curiosidad volteo hacia la entrada encontrando a Lev ahí, con una fría mirada en sus ojos, sin embargo ahora hay algo más en ellos. Ella se ve llena de decisión, como si finalmente luchara por algo que realmente desea. Los mismos ojos que yo tenía en mi combate contra Kiel.     
Al instante reconozco que no está aquí como una enemiga sino como aliada. Muy bien, toda la ayuda que podamos conseguir será bien recibida.
— ¡Alguien como tú no tiene el derecho de juzgarla a ella!— Dijo Leith lleno de orgullo al mismo tiempo que corre hacia Elio.
En un parpadeo las espadas se enfrentan produciendo un gran estruendo. Mi corazón se encoje cuando veo como la espada de Leith, pequeña en comparación a la de Elio, resiste el choque y repele a la maldición con incomprensible facilidad. Hasta al mismo Elio le tiemblan las manos con esa imagen. Era simplemente imposible de creer.
Leith sonríe, dejando que Elio aprecie su sonrisa por un instante antes de realizar incontables ataques, más de los que mis ojos podían seguir. Era casi tan rápido como Kiel, apenas un poco por debajo de él, lo cual era decir mucho.
Elio a duras penas se resiste blandiendo su arma y reforzando su armadura. Sin embargo ambas resultan ineficaces. La espada que debería invocar la destrucción y la muerte es repelida casi sin dificultad alguna, mientras que su gruesa armadura era cortada tan fácil como papel.
— ¡Bastardo! ¡Cómo puedes resistirte al Juicio de la muerte!— grito Elio furioso al mismo tiempo que golpea el suelo, creando una explosión de niebla roja que fuerza a Leith a retroceder.
En tan solo unos segundos le había causado numerosas heridas. Lo miro con fascinación reflejándose en mis ojos rosa, conteniendo el aliento. Yo también me preguntaba como lo había logrado, aunque la respuesta debería ser evidente a simple vista.
Leith simplemente sonríe. —Porque yo tengo la mejor espada— dijo rebosando de orgullo, o mejor ducho arrogancia, al mismo tiempo que la enfunda, preparándose para hacer un ataque con todas sus fuerzas.
Sus palabras guían mi mirada a su arma. Su presencia se había vuelto infinitamente más pesada. Ahora lo entiendo, la espada de Leith se convirtió en un arma legendaria, un tipo de espíritu como ningún otro, cuya existencia tiene como propósito únicamente servir a su amo, de la forma más ideal que pueda haber.  
Las armas legendarias son tesoros tan especiales que ni siquiera los artefactos del Hurasu se les pueden comparar, ni siquiera la espada de Elio puede cuásar la muerte en un espíritu tan poderoso, tan majestuoso.
Los dos se preparan para volver a enfrentarse, pero es en ese momento que inesperadamente una flecha, o mejor dicho un relámpago vuelan velozmente hacia Elio, quien apenas y pudo reaccionar cubriéndose con su espada.
—Espero que no hayamos llegado tarde— bromeo Istar al mismo tiempo que se arregla su sombrero, en un juguetón gesto.
Junto a él se encuentran Ave y Lev, la primera tomando su arco con fuerza mientras que alista una segunda flecha. Las dos se ven listas para iniciar el combate en cualquier momento.
Elio gruñe con angustia como si se tratara de una bestia. Él no podía estar más furioso, yo por el contrario suspiro con alivio sabiendo que todos estaban bien. Todos habíamos ganado nuestros combates, ahora solo quedaba acabar con él líder y terminar con esto.
 —Hermano— repentinamente interrumpió Nila, quien hasta entonces había permanecido ajena al combate. —Ya cuatro de los pilares han sido desactivados. Todos tus subordinados han sido eliminados.
Ella entonces sacude la cabeza antes de lentamente caminar hacia él. —Ríndete Azani, estas solo. Ya no puedes ganar…
La forma en que dice esas palabras parece que esta triste. No me es difícil imaginar porque. Ella ha luchado tanto para detenerlo, es quien más se ha esforzado, sin embargo no deja de ser su hermano, alguien con quien creció, que debió de amar siendo su familia aun si se retorció en el camino. Debe de ser muy duro para ella verlo derrotado por su propia mano, pero así tiene que ser, no podemos permitir que el juicio ocurra.
El rostro de Elio se oscurece en ese momento. Él torpemente clava su espada en el suelo produciendo un golpe metálico que alcanza mis oídos. Se ve vencido, pero algo me dice que no se rendiría tan fácil, es imposible, una persona tan obstinada y de mente tan cerrada como es él luchara hasta el final.
— ¿Azani?— pronuncio Nila confundida al ver a Elio permanecer inmóvil por largos segundos, como si se hubiera convertido en una estatua.
Todos miramos lo que ocurre a la expectativa, preparados para intervenir de ser necesario.
— ¿No puedo ganar…?— murmuro Elio con ironía antes de comenzar a reírse ruidosamente con locura. Parecía que había perdido por completo la razón.
— ¡Claro que puedo ganar! ¡El juicio es inevitable! ¡Tan solo tengo que esperar a que se active el ultimo pilar y todos ustedes mueran! ¡Después, el día de mañana los volveré a activar y ahora nadie podrá detenerme!— sus risas llenan todo el cuarto, haciendo eco sobre las paredes, siendo escuchadas hasta por las imágenes de su propia madre, su hermano y las suyas propia.
—Azani…— murmuro Nila con fragilidad sabiendo que era inevitable.
Sin pensarlo dos veces Ave, Istar y Lev disparan cada uno un poderoso ataque, luz, oscuridad y niebla vuelan hacia Elio, pero resultan inútiles. Antes de siquiera tocarlo los ataques son detenidos por una barrera de mana, con un inmenso poder que parecía infinito.
Elio entonces se cubre de luz, y luego seis alas de luz aparecen a su espalda, las cuales rápidamente se van materializando convirtiéndose en alas reales.
El increíble poder que libera en ese momento era algo más allá de mi imaginación, una fuerza que superaba a lo humano en todo. Frente a mis ojos contemplo por tercera vez la aparición de un dios, cuya sola presencia hace temblar a mi alma tal y como si fuera la primera.  
— ¡Manténganse atrás! ¡Solo protejan el pilar!— dijo Nila con preocupación, dándonos una última orden antes de que ella también se cubra de luz, transformándose en un dios.
Recuerdo que nos había hablado de eso antes. Esa era su forma de ángel, aunque no se parece en nada a los ángeles de los que hablaban los cuentos.
En un abrir y cerrar de ojos, dos incomprensibles creaturas aladas se alzan sobre de nosotros. Tienen seis alas blancas cada uno, como las de un pájaro; pero todo el parecido con los hermosos ángeles de las estatuas acaba ahí. Sus brazos son largos y delgados, con una coloración pálida, cubiertos por pequeñas plumas y con afiladas garras al final de sus dedos, como las de un águila. Sus piernas son parecidas, largas y cubiertas de plumas, pero sus pies solo tienen tres dedos, con mayor similitud a los de un pájaro que un humano.
Sus cabezas son redondas como las de un hombre, sin embargo en su rostro puedo ver una gran boca llena de afilados dientes, como dagas. Cada uno tiene seis ojos, en simetría con sus alas, con un penetrante color dorado, igual al sol, y la pupila de una bestia. No tienen nariz, se trata de un rostro plano que se siente anti-natural. Tampoco tienen cabello, en su lugar hay plumas azules y doradas como si fueran una especie de corona.  
Sin embargo el elemento que más resalta de todos no es su apariencia sino su incalculable poder. Los dos dioses, son tan poderosos que crean un cielo dentro de cuarto, para poder luchar en la altura sobre nuestras cabezas. La solo imagen me roba el aliento, sintiendo como mi corazón se desmorona como un castillo de arena de la impresión.
Una magia de ese nivel, crear un pequeño cielo que se alzaba por cientos de metros, con su pintura azul, nubes, e incluso luz del sol irradiando de él, no puede ser clasificado de otra forma que un milagro. Magia milagrosa, aquella llamada así porque esta fuera del alcance de los humanos, solo posible para los dioses.
Pronto los dos empiezan a luchar, usando todo tipo de fuerzas de la naturaleza. Veo a uno de ellos lanzar un monstruoso rayo, cuyo estruendo retumba en mis oídos. El otro responde cubriéndose con un tornado, que luego se dispersa convirtiéndose en afiladas ráfagas de viento. Para protegerse el primero crea una barrera de nubes delante de él, de la que luego se dispara toda una cadena de rayos, más ruidosos que cualquiera que hubiera escuchado antes.
Tanto y tanto poder. Si Nila nos hubiera ayudado en la guerra, hubiéramos obtenido la victoria en solo un parpadeo. Los orgullosos muros de Maikos hubieran sido derribados con desgarradora facilidad, quebrando el espíritu de todo el ejército con esa imagen.
El cielo se ilumina por ráfagas de luz. En mis oídos retumban todos los sorprendentes ataques. Tengo la mirada fija en el cielo, incapaz de apartarla, contemplando con asombro como los dos monstruos intentan destruirse. Solo soy capaz de diferenciarlos por la espada roja, ahora desenfundada para revelar su verdadero poder. Quien la porta es Elio, quien huye de ella es Nila.
—Luz, rayos, agua, viento…— murmuran mis labios sin que tenga conciencia de ello, enlistando los elementos de la naturaleza que veía ser usados por los dioses.
Aun con mi alma llena de sorpresa no dejaba de ser una maga, sintiendo una insaciable curiosidad por comprender algo que estaba más allá de lo humano. Siendo hijos del cielo era natural que sus poderes estuvieran relacionados a fenómenos del cielo, como las nubes y los rayos. Pero también, al parecer podían usar luz del sol, la luna e incluso estrellas como armas.
Básicamente cualquier cosa que exista arriba de nuestras cabezas, que se sienta incansable, la podían blandir los dioses, siendo un cielo más en el sentido “figurado” que la capa de gas que es en la realidad.
Elio ruge con furia al mismo tiempo que blande la espada de muerte con ambas manos. Al retirar la funda el aura de mana rojo sangre se vuelve más densa, formando la imagen de una espada más grande, como si hubiera crecido.
Nila bate sus alas y escapa, produciendo un viento huracanado en su camino. Ahora veo como uno de los dioses persigue al otro, como un cazador y su presa. Sin embargo poco dura la escena, Nila encuentra una ventana para atacar a Elio disparando lo que parecía una lluvia de estrellas, tan hermosa e imponente que dejaría a la mía en vergüenza. Aun así, no se reflejan envidia en mis ojos, solo estoy maravillada, agradecida incluso por poder contemplar tan majestuoso ataque.
Trago saliva sintiendo a mi corazón latir con ansiedad. Por un momento la irrazonable idea de intervenir pasa por mi mente. Sería fácil para mí, o los demás, disparar un misil mágico contra Elio. Quizás no sería muy efectivo pero podría distraerlo…
Sacudo la cabeza olvidándolo al instante. No, es un error pensarlo, un solo ataque con ese poder podría ser suficiente para matarnos a todos. Lo único que podemos hacer es observar a la distancia, y de ser necesario cuidar el pilar como lo ordeno Nila.
Fuera del tormentoso combate no se escucha ningún otro sonido. Los seis estamos en completo silencio, todos con la cabeza arriba admirando la lucha en el cielo. Elio blande su espada lanzando lo que parece una luna creciente de sangre, la blande muchas veces más disparando lunas mortales hacia Nila quien las esquiva moviéndose ágilmente, al mismo tiempo que se cubre con una barrera de nubes.
Las nubes se oscurecen de inmediato y disparan una cadena de rayos contra su atacante, quien se cubre con sus alas produciendo una impenetrable esfera de viento negro. Luego Elio ruge al mismo tiempo que bate sus alas produciendo una poderosa ventisca.
Él está más concentrado en la ofensiva, permitiéndose incluso recibir algunos golpes con tal de no detener sus ataques. Nila en cambio se concentra en la defensa, queriendo sobrevivir, poniendo especial cuidado en evitar la espada sangrienta que blande. Nadie conocía mejor que ella lo aterradora que podía ser, ya que había sido asesinada por esa misma arma antes.
Siento una gran intranquilidad con cada movimiento que realizan pensando que podría ser el último. Sin darme cuenta llevo una mano a mi corazón, formando un puño. Pero hay algo que debo confesar, por más peligrosa que sea la situación una parte de mí la estaba disfrutando, a este espectáculo divino que nunca más volvería a ver.
No sé quién ganaría, deseaba que fuera Nila, que en siguiente segundo acabara con él. Pero al mismo tiempo en mi corazón existía el deseo de que el combate fuera más largo, que fuera eterno, para poder contemplarlo por siempre, sin perder aquella sensación de asombro que me llenaba.
Nila crea un viento huracanado del cual solo nos llega una pequeña briza. Elio es empujado hacia atrás pero entonces dispara intensos rayos de luz, como los del sol, pero con tanta fuerza que podrían convertir a un ejército entero en ceniza al instante. Ella entonces vuela ágilmente al mismo tiempo que se cubre con una esfera de viento, evitando ser cubierta por la luz lo más posible. Poco después Elio blande la espada roja, tomándola con ambas manos y usando toda su fuerza. Dispara un rio de mana color rojo, un rio de sangre que carga el poder de la muerte.
Nila lo esquiva usando su inhumana agilidad, por momentos ambos parecían moverse a una velocidad incluso superior a la de Kiel, mucho más rápido de la que mis ojos podían seguir. Ella entonces contrataca lanzando una brillante luz plateada, luz de luna, que perfora todo en su camino como una imparable lanza.
Elio bloquea la luz golpeándola con su espada roja, produciendo un furioso estruendo junto con una ráfaga de luz blanca, como si se hubiera tratado de un rayo. Luego él blande sus alas disparando seis relámpagos hacia Nila, quien hábilmente los esquiva todos.
Contengo el aliento de la emoción, hasta que mi cuerpo me recuerda que necesito respirar. Simplemente no tengo palabras, mi mente esta en blanco. Los dioses del cielo pelean, con tanto poder que el azul arriba de nosotros parecía podría romperse en pedazos en cualquier momento.
Pierdo completamente la noción del tiempo, me olvido si habían pasado solo segundos o incluso horas, para mi es igual. Toda mi atención está en ellos, quienes incansablemente siguen luchando, cada uno de sus ataques con más poder del que un humano podría aspirar a tener.  
Pensé duraría por siempre, sin embargo de un momento a otro noto que algo diferente. Los ataques de Elio se hacen menos frecuentes, y reducen su intensidad. Parpadeo confundida por un segundo, mientras que en mis ojos se refleja un destello de luz. La respuesta llega por sí sola, era obvio, Elio estaba cansado por luchar en su forma humana mientras que Nila no había movido ni un solo dedo. Esta era la situación ideal que esperábamos.
Un calor aparece un mi corazón de solo pensarlo. Mis labios se mueven murmurando algo con arrogancia, pero más que nada entusiasmo. “Vamos a ganar…” dijeron sin pronunciar una palabra, llenando mi alma con luz.
Sin error, los ataques de Elio se hacen más desesperados y torpes. Aun son incomparables en fuerza, pero Nila parece poder repelerlos más fácilmente. En mi boca siento un dulce sabor, la ilusión de la victoria que ansiaba llegara en cualquier momento.
Es en ese momento que algo ocurre. Repentinamente Elio se da la vuelta para mirar abajo, a nosotros. No, eso es un error, lo que miraba era al pilar. Entonces recuerdo lo que nos había pedido Nila antes de transformarse.
— ¡Protejan el pilar!— grite con toda mi fuerza, dando una orden sin pensarlo, al mismo tiempo que junto las manos para levantar una barrera al instante.
Todos reaccionan al momento que escuchan mi voz. Lev e Istar me imitan levantando una barrera protectora alrededor del pilar, mientras que Ave, Leith y Robert se preparan para contratacar. Sabían que no podrían ni soñar con parar uno de esos monstruosos ataques, pero si al menos podían debilitarlo sería de gran ayuda.
Elio blande la espada roja, lanzando un rio de mana sangriento hacia nosotros. Mi corazón se detiene por un instante al verlo  acercarse, reflejándose el rojo en mis ojos.
Una flecha blanca vuela por el aire en dirección opuesta, acompañada por un corte de luz y una lanza de hielo. Los tres son fácilmente consumidos por el rio de sangre, apenas siendo perturbado ligeramente. Entonces muerdo mis labios y me preparo para el impacto.
Súbitamente toda la iglesia tiembla como si hubiera un catastrófico terremoto. Las estatuas y cuadros se caen, algunas rompiéndose al golpear el suelo. En el piso cerca de nosotros aparecen profundas grietas, dando la idea de que la misma tierra se abriría en dos.   
Mi alma casi se rompe en pedazos con ese ataque. Fue como golpear una ventana con un martillo de guerra, y que esta milagrosamente resistiera. Pude sentir la energía yendo del centro de mi cuerpo hacia lo demás. No era dolor, más bien como una indescriptible ansiedad y miedo.
Respiro profundo una vez me doy cuenta de que sigo con vida. Mi frente esta empapada en sudor. Temblé hasta lo más profundo de mí ser. Entonces por instinto miro de reojo a mis compañeros, ellos están igual de intranquilos, impactados mejor dicho.
Era una barrera mágica de tres capas, y aun así a duras penas resistió, llenándose de grietas. Si atacaba de nuevo Elio, sería nuestro fin.  Sin embargo parece que no tendrá la oportunidad. Después de todo darle la espalda a tu enemigo en el combate era un error fatal.
Nila aprovecha la oportunidad para hacer un ataque con todas sus fuerzas, lanzando lo que parece un intenso rayo de luz solar. Todo el lugar se ilumina por un destello de luz blanca, seguido por el ensordecedor estruendo de una explosión.
De nuevo la iglesia tiembla, había perdido la cuenta de cuantas veces lo había hecho en tan poco tiempo. Y entonces algo que nunca hubiera imaginado ocurre. Mis ojos se abren con sorpresa cuando veo a la espada sangrienta de Elio clavarse en el suelo.
Mi corazón da un salto con esa imagen. La observo confundida por un par de segundos, el aura roja que la cubría pronto se desvanece revelando a la espada real, más pequeña, clavada en la tierra. Tiene un incomparable poder, pero sin una mano que pueda blandirla, no era más que un perturbador adorno.
Entonces levanto la vista viendo a Nila “abrazando” a su hermano con sus alas. Las dos bestias forcejean, pero por más que lucha no se la puede quitar de encima.
Esta vez es diferente a como decía la leyenda, esta vez ella estaba preparada y él se encontraba herido. Un calor crece en mi corazón con ese pensamiento. Sin darme cuenta sonrió con entusiasmo. Es el fin, Nila había ganado, ahora solo falta que acabe con él.
Se acabó… ¡Detuvimos el gran juicio! Estoy tan impactada por esa noticia que no se ni que decir, simplemente me quedo inmóvil con la mente en blanco y una tonta sonrisa en mi rostro.
Mientras que pensaba en eso otro destello de luz blanca brilla, bañándonos a todos y a todo con su luz. En cuanto me toca siento como me llena una mística tranquilidad, como si una voz dijera a mi alma que todo estaba bien. Me hace recordar a cuando Isael acaricio mi cabeza, así era de cálida esa sensación, de hermosa.
Esta luz no desaparece en un instante, sino que se queda, bañándonos por lo que parece la eternidad.
…Lo logre, lo logramos todos. Mi primera misión por mí misma, fue un éxito.
*****
El infinito azul del cielo en lo alto,  pero también bajo sus pies. En un abrir y cerrar de ojos el mundo alrededor de los dos hermanos cambia. Sería mejor decir que ambos fueron transportados a otro mundo, donde solo los dioses pueden existir.
Elio se encuentra de pie sobre lo que parece un océano, de pie sobre el agua. Tras observarlo más detenidamente se da cuenta que no era el mar, sino otra capa de cielo azul, cubierta por una delgada capa de agua. Hacia arriba o hacia abajo, lo que encontraba era lo mismo.
Él entonces levanta la vista, mostrando curiosidad en su rostro. Delante de él, a apenas unos pasos de distancia, se encuentra Nila, con una cara que parece llena de lastima.
Con incredulidad los dos se miran en silencio, sin pronunciar una palabra, como si en sus ojos pudieran encontrar todo lo que querían saber.  
Ya no se percibe un aire de agresión en ninguno, tan solo reina una perfecta calma.
Finalmente los ojos de Elio brillan mostrando una frágil determinación. —Nila ¿Por qué te resistes al juicio? ¿Por qué proteges a los malvados?
Preguntaron sus labios no con odio sino con confusión. Por primera vez desde que todo comenzó él intentaba entenderla, escuchar su punto de vista.
—Ahora mismo mientras luchamos, muchas injusticias están ocurriendo. Gente es robada, defraudada, lastimada e incluso asesinada, sin que nadie pague por sus crímenes…
Nila cierra los ojos y guarda silencio, pensando profundamente en lo que decía mientras que respira suavemente. No es ninguna mentira decir que el mundo es injusto, o que todos los días mucha gente sufre a causa de esas injusticias. No es difícil de imaginar, gobernantes corruptos, guerras crueles, personas ignorantes, gente que se aprovecha de la debilidad de otros.
Un sin número de pecados son cometidos cada día, la gran mayoría de ellos sin que tengan un final feliz. Esa era la verdad de la humanidad…
—Nosotros y nuestra madre solo éramos juguetes de los nobles. Nos tenían aquí bajo la tierra cuando con nuestros poderes podríamos fácilmente haber cambiado a la humanidad, hacerla mejor, gobernándola como dioses que somos.
Tras decir eso hay una corta pausa que aprovecha para verla detenidamente.
—Tú también piensas que están mal ¿verdad? Tú también deseas un mundo más justo ¿no es así, Nila?— añadió entonces Elio desbordando esas palabras desde el fondo de su corazón. Hay un tono de obsesión en ellas, pero lo que más destaca es la honestidad.
Eso era él, una persona movida por una buena intención. Aferrado a ella tan fuertemente que lo había corrompido, destruyendo al amable hermano que alguna vez fue.
Por un desconocido tiempo el silencio reina después de eso. A los pies de los dos se pueden ver las pequeñas ondas dibujándose en el agua, con cada sutil movimiento que hacían inconscientemente.
Lentamente los ojos dorados de la chica se abren, revelando una interminable ternura mesclada con un tono de tristeza, como si silenciosamente le dijera que era la despedida. Nila entonces ladea la cabeza y sonríe, forzándose a verse feliz, a pesar de la tristeza en sus ojos.
Cuando esa imagen se refleja en los ojos de Elio, él repentinamente siente una aguja clavarse en su corazón. Con curiosidad baja la mirada a su mano, notando que esta estaba desapareciendo. Diminutas partículas de luz multicolor, como polvo de un arcoíris, se desprenden de sus dedos, lentamente haciéndolos abandonar el mundo.
Él abre la boca sorprendido. No siente dolor ni tristeza, lo acepta demasiado fácil. Eso porque desde que entro en ese mundo de solo cielo, sabía que había muerto.
—Tienes razón, Azani— dijo luego Nila. Escuchar su voz hace que regrese la mirada a sus ojos.
—El mundo es demasiado injusto. En nuestra época y en esta época también, en todas las épocas donde exista la humanidad lo será…
Sus ojos miran abajo, solo por un momento, con tristeza. — ¿Pero que es el “mal” Azani? ¿Cómo puedes medirlo?
Ella hace una pausa para tomar aire, y dejar que piense. —Si intentas separar al bien y al mal de la humanidad, solo terminaras por romperla. Tienes razón en lo que ocurre, pero te equivocas en la respuesta… esa no es la solución.
—Porque hasta una simple pasión desmedida te puede llevar a ser llamado malvado… aun si esa nunca fue tu intensión— mientras habla Nila no puede evitar pensar en una persona, la misma que tenía frente a sus ojos, que perdió el control de sí mismo y comenzó a buscar enemigos en su pasión por ayudar a la humanidad.  
Pero había alguien más como él, el mago Menes también paso por lo mismo. Sin que nadie lo detuviera él hizo experimentos con humanos, no por malicia sino por su insaciable deseo de aprender más. Eso lo era todo, nunca lo vio con moralidad, simplemente para él era demasiado hermoso conocer algo nuevo cada día, demasiado como para dejarlo.
—Porque hasta un incomprendido amor puede llevarnos a caer en la maldad…— cuando Nila pronuncia esas palabras suena como si estuviera al borde de llorar. Pero los ojos de Azani siempre se reflejan su tierna sonrisa, rebosando de cariño hacia él.
Un incomprendido amor, eso era lo que había pasado con Sou. En lo más profundo de su ser tan solo quería hacer algo por las personas que más amaba, sus padres, quienes veía con respeto, admiración y cariño. Tan profundamente los amaba, que saber nadie los recordaría le era demasiado doloroso, sencillamente inaceptable.
Él cometió imperdonables crímenes, pero si tan solo hubiera encontrado otra manera de lograrlo, la historia hubiera sido muy diferente. En su corazón lastimar a otros nunca fue su intención.
Inesperadamente un par de lágrimas brotan de los ojos de Nila. Ahora le es más difícil mantener su sonrisa, pero se fuerza a aguantar lo más que pueda.
—Porque… no hay regla que diga una persona buena no pueda amar a una malvada, y querer perdonarla…— ella dice eso con dificultad, y temblorosa voz.
Es más que obvio a quien se refería, a la persona que se refleja en sus dorados ojos. Pero también había otro ejemplo más cerca de lo que imaginaban.
Años atrás, una niña mato a sus padres, porque estaba cansada de sus maltratos, de sus desprecios e insultos. No pudo soportarlo más y se rompió ahí mismo. A raíz de eso más y más desgracias se cruzaron en su camino, hasta que perdió toda la inocencia que alguna vez tuvo.
Pero a pesar de eso Leith nunca dejo de creer en ella, de ver la bondad que existía en su corazón. Aun si estuviera manchada de sangre quería perdonarla, quería amarla, tanto como ella misma quería serlo, sino incluso más.
En sus ojos nunca vio maldad, sino a alguien a quien tenía que ayudar desde el fondo de su alma.
Los ojos de Nila miran abajo, al agua a sus pies sobre una capa de infinito azul. Más de la mitad del cuerpo de Azani ya había desaparecido para entonces, sin embargo él sigue mirándola atentamente, sin mostrar ninguna emoción más que gentil atención.  
Es casi nostálgica esa imagen, a pesar de que recién frente a sus ojos estaba ocurriendo.
Hay una pausa durante la cual el silencio habla por los dos, mientras que ella se limpia la cara, solo para no verse muy mal en un momento tan importante.
Nila entonces lo mira a los ojos, sin molestarse esta vez de ocultar su tristeza, claramente llorando, como si fuera un niño pequeño al que le dicen perdió algo para siempre.
—Y también… porque incluso las personas malvadas pueden enseñarte una valiosa lección en la vida…— dijo ella entre sollozos, luchando por hablar con claridad.
Sin dudas tal había sido el caso de Aihzara con el asesino ciego. Kiel estaba oscuro hasta lo más profundo, pero él pudo entregarle algo que la ayudo a seguir adelante. Ella ni se molesta en negarlo, se divirtió con ese combate, le enseño más de lo que nunca hubiera imaginado, de su enemigo y sobre todo de sí misma.
Más allá de las palabras dulces, estar en una situación difícil a veces nos ayuda a discernir qué es lo que realmente queremos hacer, a encontrar la fuerza en nuestro interior.
—Azani… el bien y el mal no son cosas tan fáciles de separar, son algo mucho más complicado. Y temo si lograras hacer el juicio, este terminaría solo siendo una masacre desmedida. Que causaría más dolor que bien a la humanidad…
—…— Azani no responde, solo la mira fijamente con tranquilos ojos mientras que siente su presencia hacerse cada vez más liviana.
Nila por un momento piensa que la entiende, pero no puede estar segura de si eso es la verdad o solo una ilusión. Seria hermoso si así fuera.
Ella cierra los ojos y baja la mirada, poniendo las manos sobre su corazón. Lo puede sentir latir con intranquilidad. —Yo, lo siento por todas las personas que están sufriendo, porque en este día les negué su salvación. Pero no podía aceptarla… me era demasiado dolorosa.
Entonces Nila vuelve a abrir los ojos, dándole su más pura sonrisa a Azani, desbordando con amor. Aquella era su forma de decirle adiós, con una bella sonrisa como ninguna otra hubiera visto. Con algo que debería de ser inolvidable, pero desaparecería junto con él en tan solo un instante.
—Adiós hermano. Nunca más nos volveremos a ver, no habrá otra reencarnación para ti…
—Si hay una última cosa que pueda decirte, es que… te extrañare. Aun si no me crees lo hare… nunca dejaste de ser mi familia.
Azani sencillamente cierra los ojos esbozando una nostálgica sonrisa. Tan solo ese gesto dice todo lo que sentía. Era un final muy distinto al que siempre imagino, pero no siente rencor ni odio, de alguna forma, como guerrero y como persona, le parecía un digno final.
Poco después lo único que queda es una cortina de partículas de luz, formando un pequeño arcoíris que se eleva y se adentra bajo el agua, mezclándose con los dos cielos.
Entonces solo quedo una persona en ese lugar perdido en el cielo, llorando por lo que nunca volvería a tener, pero complacida con lo que había logrado.
Epilogo: el sol sale otro día
De un momento a otro la luz que parecía nunca dejaría de brillar lentamente comienza a apagarse. Cuando se va también lo hace su calor. Parpadeo notando que habíamos regresado al mundo real. Entonces de inmediato miro hacia arriba solo para descubrir que el cielo creado por los nefilims había desaparecido junto con ellos. Tanto Nila como Elio no se encontraban por ninguna parte.
Con curiosidad miro a los alrededores sintiendo que mucho había cambiado. No soy la única, Robert y todos los demás también mueven la cabeza explorando el lugar. La iglesia había quedado destruida por culpa del combate, pero lo que más llama mi atención es algo que faltaba. El inmensurable mana que movía el pilar de control celestial ya no podía percibirse. Sin titubear volteo hacia él viéndolo inmóvil y apagado, como si fuera una simple estructura de piedra.
Lo miro por varios segundos con incredulidad en mis ojos. Mi mente está en blanco, no sé ni que pensar, mucho menos si debería decir algo.
La victoria es nuestra, eso no se pone en duda, pero parece que no sé cómo celebrarla. Parece una broma solo imaginarlo, vencimos a un dios y ahora no sabemos qué hacer.
Tras un largo silencio finalmente alguien dice algo, la persona que debí suponer lo haría.
—Bueno, no sé ustedes, pero ese fue un combate fenomenal, y mira que para que un viejo lo diga es porque tiene que ser cierto— dijo repentinamente Istar con un tono de broma, al mismo tiempo que arregla su sombrero y esboza una sonrisa.
Una pequeña risa escapa de mis labios con eso. Definitivamente le queda muy mal, no debería de actuar como un joven. Pero a decir verdad creo ya me había acostumbrado a verlo.
Leith es quien se ríe con más fuerza, seguramente fue un chiste tan malo que le pareció gracioso. Luego él levanta los hombros con indiferencia. —Sí, sin dudas fue el combate más espectacular que haya visto, pero sinceramente espero nada nunca lo supere.
Lev tan solo asiente con la cabeza tras escucharlo. Entonces inesperadamente él la abraza jalándola hacia su cuerpo con un brazo.  Lev de inmediato se sonroja viéndose nerviosa, pero no se queja o se resiste. Viéndola de reojo Leith sonríe.
—Estoy bien con tener combates de mi nivel, o incluso con dejar de luchar— añadió después él, dando a entender sus intenciones de retirarse como mercenario.
Lo miro sin saber bien que debería sentir. En eso un calor crece en mi interior ¿Isael? O quizás soy solo yo que sentí vergüenza al ver a una pareja. No, mejor no debería pensar en eso. Me dije a mi misma al mismo tiempo que sacudo la cabeza.
—Ver el cielo fue hermoso— fue lo único que dijo Ave con una voz inexpresiva, sin embargo pronto miro a su rostro y me regala una pequeña sonrisa. Parecía que también ella había encontrado algo que le faltaba. Quizás todos lo hicimos.
Le sonrió de vuelta con ese hermoso pensamiento en mi mente. Me alegro que esta misión hubiera acabado tan bien, no podría pedir un mejor final.
Robert entonces gruñe con cansancio y dolor, mientras que soba su golpeado cuerpo. —la verdad, seria mentira si dijera que no estoy agradecido de vivir una experiencia tan extraordinaria como fue esa. Pero al mismo tiempo estoy de acuerdo con Leith, para la próxima me gustaría tener a un oponente de mi nivel.
Tras decir eso él repentinamente se voltea hacia mí y hace una reverencia. —Si es que no es mucho pedir, mi lady.
Robert me sorprende con eso, pero pronto sacudo sutilmente la cabeza en negación. —No, todo lo contrario haz echo un espléndido trabajo Robert. Todos lo hicieron. En verdad se los agradezco mucho.
Sin pensarlo bajo la cabeza en una pequeña reverencia, a lo que los demás responden bajándola aún más para mostrar respeto hacia mí. Incluso Levina lo hace, al principio confundida, siguiendo a Leith.
—Al contrario mi Lady, fue un honor poder luchar a su lado. Y además, misión o no, no podíamos permitir que el juicio ocurriera— dijo Robert antes de regalarme una sonrisa llena de orgullo.
Asiento para mostrar que estoy de acuerdo, y después miro hacia arriba viendo el aburrido techo de la iglesia una última vez para recordar al hermoso cielo azul que apenas unos momentos atrás existía sobre nuestras cabezas.
Sin más que hacer bajo la cabeza mostrando unos ojos llenos de autoridad. —La misión ha terminado exitosamente. Volvamos a la base.
Mis labios pronuncian eso hablando como un líder. Entonces sin pensarlo más abandonamos ese lugar. El único recuerdo que nos dejaron los dioses fue la espada mortal clavada en el suelo.  
Extrañamente el camino de vuelta se me hizo corto. Con cada paso que daba nuevas ideas aparecían en mi mente, no sé cómo se lo explicaría a mis padres una vez los despierte. Y estoy segura de que los demás pensaban en lo mismo.
Cuando salimos de la ciudad subterránea, ya finalmente en la superficie, los seis nos pusimos de acuerdo sobre lo que diríamos. Le contaríamos la verdad a mis padres, Sunil y Adeleid Sapphire, yo personalmente lo haría. Nadie más que ellos lo sabría. Después cada uno negociaría los términos de su trabajo, después de todo, una vez que despertáramos a mis padres, la guerra terminaría.
Me fue fácil despertarlos usando mi magia curativa. Lo difícil sin embargo fue explicar lo que había pasado, una historia tan fantástica que parecía más un cuento para niños que realidad. Por fortuna Istar previendo eso, o quizás por gusto propio, trajo consigo un libro de la antigua biblioteca del castillo, perfectamente conservado y lleno de la magia del Hurasu.
— ¿Y entonces eso fue lo que pasó?— pregunto mi padre con una cara muy seria.
—Sí, eso es todo lo que paso— respondí con igual seriedad, terminando que contar mí historia.
Él entonces suspira con preocupación llevándose una mano a la frente, pensativo. Pocas veces había visto a mi padre pensar algo tan profundamente, pero eso era algo bueno, significa que sabía lo delicada que era la situación. Ahora lo único que queda es ser paciente.
El tiempo pasó rápido después de ese día. Antes de que me diera cuenta una semana ya había pasado. Con nostalgia levanto la vista mirando al azul del cielo.
Cientos de cosas parecían haber ocurrido en tan poco tiempo. Lo primero y creo más obvio es que comenzaron las negociaciones de paz entre Forlinde y Maikos. Ganamos la guerra, fue fácil aprovechando que casi ninguno de sus soldados había despertado. La mano temblorosa de los apóstoles firmo los papeles donde aceptaban las condiciones de mi padre. Ellos no podían verse  peor, llenos de resignación y disgusto. Mi padre en cambio, nunca recuerdo verlo tan feliz, solo no saltaba de su silla para mantener la compostura, pero sabía que tenía deseos de hacerlo.
Ahora la familia Sapphire tendrá acceso a los artefactos del Hurasu en Maikos. Y tras escuchar nuestra historia no dudo que está más que ansioso por comenzar a estudiarlos.
Lo siguiente es el destino de mis aliados. Por triste que suene nuestro grupo fue disuelto, era lógico, tan solo nos juntamos para una misión que resulto demasiado grande.
El primero en retirarse fue Leith, acompañado por Levina. Fue algo difícil explicar la situación de los dos, pero ella se veía muy diferente a cuando la conocí por primera vez. Actuaba con timidez y gentileza, sin mostrar ni una pisca de rencor o agresividad.
—Como la guerra ya ha sido ganada, y encontré a la persona que buscaba, terminare mi contrato aquí. Espero pueda entenderlo lord Sunil.
Fue básicamente lo que dijo Leith. Los dos se quedaron en el campamento para descansar unos días, recibir su pago, y también hacer unos exámenes médicos a Lev. La respuesta fue muy alentadora, dijeron que había sufrido un fuerte trauma pero encontró la fuerza para superarlo. Tan solo debería mantenerse en un ambiente sin estrés y descansar.
Sugirieron mantenerla en observación pero eso no me preocupa, estoy segura de que Leith la mantendrá cerca en caso de que vuelva a sentirse mal.  
Con el dinero que Leith recibió por todos sus servicios debería ser suficiente para pagar la operación mágica de su hermana menor. Parece que por fin podrá dejar de ser un guerrero y dedicarse a una vida más tranquila.
Es un poco irónico pensar que en un pueblo cualquiera, viviendo una vida ordinaria, habrá un hombre con una espada legendaria, que fue capaz incluso de bloquear la espada de muerte de Elio, de un dios. Pero así son las cosas.
Ave también pidió permiso para poder retirarse del servicio a la familia Sapphire. Ella tuvo una muy larga plática con mis padres explicándoles como finalmente había encontrado la respuesta que buscaba, sobre que era ella, o quizás sea más correcto decir “quien era ella.” De cualquier forma, les expreso una amplia gratitud antes de decir que quería viajar por el mundo y continuar con su vida, escribir un nuevo capítulo en ella.
Cualquier otro mago se hubiera negado rotundamente a eso, nunca aceptarían perder un espécimen tan valioso. Sin embargo mis padres no son magos como los demás, eso muchas veces lo he comprobado. Con cientos de misterios del Hurasu esperando por revelarse en Maikos, y tras varios años de valioso servicio, ellos no vieron razón para negar su petición.
Fui a despedirme de ella cuando iba a partir. Fue vergonzoso ver que no sabía que decirle, no se me ocurría nada. Tan solo nos miramos a los ojos, ella con absoluta calma mientras que yo llena de timidez.
Finalmente ella me mostro una pequeña sonrisa, con la más pura amabilidad. —Adiós mi lady, que este bien— dijo sencillamente como era propio de ella.
—Si… tu igual Ave— fue mi torpe respuesta, antes de hacerle un gesto con la mano en señal de despedida.
Ella me lo devuelve diciéndome adiós con los ojos antes comenzar a andar su nuevo camino. La veo alejarse por solo unos momentos antes de retirarme.
Istar por su parte decidió quedarse, pero ya no trabajaría como mi guardaespaldas sino como investigador de los artefactos del Hurasu. Aun lo recuerdo reírse como un niño cuando me lo dijo, justo antes de hacer una reverencia.
Sin dudas, un anciano debería de ser más calmado. Dar una imagen de sabio en vez de entusiasta.
De él mi padre solo dijo que era un dolor de muelas, no me es difícil imaginar porque. Pero parece los dos habían llegado a un acuerdo. Dudo que vaya a cruzarme con él, pero seguirá en Maikos por un indeterminado tiempo.
Al final Robert fue el único que se quedó conmigo, trabajando como mi caballero personal igual que antes. Sin embargo lo que si cambio es el trato entre los dos. Ahora somos amigos más cercanos, ahora lo entiendo mejor y él a mí.
— ¿Se le ofrece algo mi lady?— pregunto él con amabilidad, haciendo una reverencia hacia mí. Esa era una pregunta que había escuchado muchas veces en poco tiempo. Más bien parecía mi mayordomo, y uno aburrido si no podía esperar a que yo le pidiera algo.
—Nada. Solo ve y descansa Robert— dije con amabilidad al mismo tiempo que lo miro a los ojos, para que supera que estoy bien. Él hace una reverencia antes de retirarse.
Oficialmente no se menciona en lo más mínimo la aparición de los nefilims en los reportes. Fue simplemente un artefacto del Hurasu que causo la oscuridad, pero nuestro ejército logro reponerse primero y aprovecharon esa ventaja para ganar. La verdad será ocultada, para mejor con seguridad.
Nila nunca volvió a aparecer, aunque tengo la sensación de que sigue en Maikos, viviendo como una chica ordinaria con una familia ordinaria. Un dios que eligió la vida de un humano, no hay una forma mejor de describirlo. Mi padre no la busca, hasta donde sabe ella desapareció junto con el otro dios, una historia con mucho sentido, quizás.
Nunca he escuchado de una chica con el cabello azul cielo en la ciudad, así que supongo ella sabe cómo adoptar una apariencia más natural. Estará bien, de eso no tengo dudas, ella es la más fuerte de todos después de todo.
…y finalmente es el turno de contar que fue de mi historia. Al principio no estaba segura pero sé que fue para lo mejor, decirles a mis padres acerca de Isael.
Como todo era algo muy difícil de creer, pero pude demostrarlo fácilmente. Isael tomo control de mi cuerpo por unos minutos, con mi permiso claro. Solo eso fue evidencia más que suficiente.
Mis padres al principio se veían confundidos, incluso enojados. Pero no flaquee ante ellos, demostré mi voluntad como heredera de los Sapphire y exprese determinantemente mi deseo de salvarlo. No hace falta decir que los deje pasmados. Ninguno de los dos me había visto así antes, luchando con tanto fervor por algo en lo que creía.
Esta es la verdadera razón por la cual quería decirles la verdad a mis padres, porque sabía que yo sola no podría encontrar un cuerpo para Isael.  
Al final logre convencerlos. Tener dos almas dentro de un mismo cuerpo era algo peligroso, mucho, pero por ahora se quedaría ahí hasta que pueda existir por sí mismo.
En las noches, cuando estamos solos, los dos solemos hablar mucho, recordando los viejos días de nuestra infancia, viéndolos bajo una diferente luz tras tantos años.
Más y más tiempo pasa desde entonces. Hasta que ya había sido un año desde la conquista de Maikos. Fue entonces que mis padres me encargaron con otra misión.
— ¿Esta lista mi lady?— pregunto Robert, montado sobre un caballo mientras me esboza una orgullosa sonrisa. A su lado hay una nueva hacha encantada, está más fuerte que la anterior.
—Sí, estoy lista. Vamos Robert— dije sencillamente antes de empezar a cabalgar, en camino a una montaña lejana, donde mis padres habían encontrado a un mago excéntrico experto la fabricación de homúnculos, cuerpos humanos artificiales. Eso era justo lo que necesitábamos para Isael.
Siento al viento golpearme en la cara, moviendo mi ahora largo cabello. Lo había dejado crecer por fin, el tiempo había dejado de estar detenido para mí. 
No puedo evitar sentir algo de nostalgia con esta imagen. Así fue como comenzó mi primera misión, de atacar un transporte de suministros a Maikos. Nadie hubiera imaginado todo lo que pasaría después de eso, una aventura digna de una leyenda.
Si, sin dudas esto también lo era. El inicio de una nueva aventura.
Fin

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El reino de Forlinde – reino invasor al que pertenecen los protagonistas
Sunil y
Adeleid Sapphire – padres de Aihzara. Tergon Sapphire.
Maikos – ciudad santa
Rudhira- la antigua capital de la humanidad. Adha— ciudad subterránea.
Nabha – la diosa del cielo
Azani, Maikos y Nila- los tres nefilims en orden de edad.
Mirtu, dios de la muerte; Samaya, dios del tiempo; y Bhuvana, dios de la tierra.
Braht-Zuska- “la gran sequía.”
Ave Razgal
Istar Laundin ­­— Naktan, gremio de magos.
La eterna noche de invierno. Dragon negro Varna.
Hurasu – edad de oro de la humanidad-
(Código: magia detener)

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